Sería muy grave, casi impensable, que a través de las embajadas se organizara el narcotráfico o que las valijas sirvieran para transportar heroína. Es aún mucho más grave que en las sedes de un partido político se decidan y planifiquen actos de violencia, coacción y asesinatos políticos. Lo grave no es que se registre la sede un partido político sino que esa sede sirva de infraestructura del terror. Es incluso más impensable porque la democracia es el sistema que trata de erradicar la violencia como instrumento político mediante la alternancia en el poder y la libertad de expresión de las ideas. Pero esta libertad no ampara las amenazas, el “Eta, mátalos” y mucho menos el pasar de la consigna a los hechos. Los detenidos presuntamente han decidido el asesinato de personas como Manuel Indiano o José María Korta, y lo han hecho pervirtiendo el sistema democrático de partidos. ¿Puede permitir un Estado de Derecho, por ejemplo, la existencia de una organización juvenil como Jarrai cuya finalidad es nutrir de terroristas a Eta? ¿Hay algún límite real ahora mismo entre Eta y Hb como para diferenciar a ese partido de una banda armada? Si la “dirección interior” de Eta está en las sedes de Hb es que ésta se pone fuera de la Ley: no es un apoyo de Eta, sino la Eta misma.

HB: ¿apoyo de ETA o la misma ETA?
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