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Alberto Recarte

Resultados espectaculares

El crecimiento de la economía española en el segundo trimestre de 2000 ha alcanzado el 4,2% del PIB. Muy llamativo, porque en ese periodo ya se había producido una parte del aumento de los precios del petróleo y el euro reflejaba una gran debilidad. Al parecer, el crecimiento de las exportaciones, básicamente a Europa –lo que, a su vez, es consecuencia de la recuperación de esas economías– ha servido para compensar los mayores pagos al exterior por un petróleo que ya había comenzado a encarecerse.

Nuestras autoridades económicas creen que el crecimiento se reducirá en el tercer y cuarto trimestre del año, con lo que el resultado final se acercará a 4 por ciento.

Este fortísimo crecimiento del segundo trimestre explica, junto a la política monetaria del Banco Central Europeo, el sostenido aumento de los precios, que en agosto se estabilizaron en el 3,6 por ciento, y permite sostener que a final de año estarán en torno al 4 por ciento. La pérdida de competitividad que esa inflación significa se compensa con nuestra mayor convergencia, en términos reales, con la Europa más desarrollada.

Esa fue la apuesta –implícita y desconocida para la mayoría de nuestros políticos– del euro. Se aceptaron, simultáneamente, un mayor crecimiento –que propiciaría unos bajos tipos de interés– y una mayor inflación, que también provocaría, en un país de las características del nuestro, en ese momento del ciclo, la entrada en vigor de la moneda única.

Si, en el momento en que nuestros precios y salarios sean iguales que los del promedio comunitario nuestra renta –nuestro PIB per cápita– es, también, similar al promedio comunitario, la moneda única habrá sido un éxito para España.

Por ahora, los resultados son inmejorables, aunque la subida del precio del petróleo puede reducir nuestro crecimiento y aumentar nuestra inflación más que la de nuestros socios europeos, con lo que alcanzar el objetivo de la convergencia real podría ser más difícil antes de que, inexorablemente, nuestros precios y salarios se igualen a los del resto de Europa.

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