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Aprovechando el cumpleaños del Emperador -quinientos, cómo pasa el tiempo- unos caballeros le dan un premio en Yuste a Felipe González. Si todo premio supone paralelismo, coincidencia, mérito o emulación, hay, pues, una remota posibilidad de que González siga el ejemplo del Habsburgo y se retire al monasterio extremeño para cursar la más difícil asignatura de los poderosos: dejar el Poder.


Hay un libro muy notable del Marqués de Valparaíso: "El Perfecto Desengaño" (Ediciones El Museo Universal, 1983) que glosa esa peripecia postrera del César Carlos, antes de que las mefíticas emanaciones de la alberca en que pescaba, insalubremente situada bajo las ventanas de su dormitorio, acabaran con su salud de puñalada microbiana. El original está dedicado al Duque de Olivares, que tampoco encontró manera de irse, pero como nunca hay que perder la esperanza, a lo mejor entre el libro y el premio Rodríguez Zapatero consigue que González se quede a vivir en Yuste. No sería un desengaño, pero sería perfecto.


Y es que, alfombrando el camino de Yuste o del premio carolino que señala al monasterio , González ha vuelto a hablar. En principio, nada nuevo: ha insistido en el odio cainita contra Aznar, en la defensa del PNV y en exaltar el modelo de honradez que supuso su Administración, sin exceptuar a ministro alguno. Hasta ahí, lo normal. Lo malo es que después ha volcado la catarata de los elogios sobre Rodríguez Zapatero comparándolo con Aznar y lo ha hecho tan exageradamente, después de los aparatosos revolcones parlamentarios infligidos por el Presidente del Gobierno al líder de la Oposición, que muchos verán sátira retorcida donde aparentemente sólo hay ditirambo estrepitoso.


Además de algunos disparates tan notorios como echar en falta que Aznar interviniera más o más rápidamente en la antigua Yugoslavia durante la caída de Milosevic mientras le reprocha que "intente recuperar parte del terrotorio" en Cataluña y el País Vasco, González dijo ayer en la radio: "Si la estatura de Aznar fuera la mitad de la de Zapatero desde el punto de vista del aplomo, de la seriedad y de la dimensión, yo estaría más tranquilo con el Gobierno". También lo encuentra "muy sereno, con una visión de la realidad muy adecuada" y destaca su experiencia parlamentaria.


Ahí es donde apunta la burla y puede suponerse la sátira. Porque, ¿cómo es posible que si Zapatero valiera algo, no digamos tanto como ahora dice González pero al menos tanto como Aznar, durante tantos años haya estado de pasmarote en el Parlamento, a la vera del césar sevillano sin pasar de culiparlante? ¿Cómo es que con ese talento extraordinario y esa cabeza privilegiada no lo nombró en trece años, cuatro legislaturas y siete u ocho gobiernos ni siquiera subsecretario? O González estaba ciego y tonto o ahora nos engaña sobre los méritos del que podría ser su sucesor. A lo mejor si creyera que puede serlo de verdad en el partido, como lo ha sido Aznar en el Gobierno, le daría el mismo trato. En la duda, ¡ojalá se quedara en Yuste!

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