Menú
Francisco Capella

Funcionarios en huelga

Suena el teléfono en un ministerio cualquiera y preguntan por un funcionario.
- No, no está aquí.
- Claro, es verdad, olvidé que por la tarde no trabajan.
- No, cuando no trabajan es por la mañana. Por la tarde no vienen.

Los sindicatos de la función pública de UGT, CCOO y CSIF han anunciado la convocatoria de movilizaciones y una huelga general para el mes de diciembre para protestar contra la subida salarial del 2% impuesta por el Gobierno para los empleados públicos en el 2001. Piden, entre otras cosas, un aumento del 4,7%, el resultado del 2% de previsión de IPC, más 1,7% de desviación de la inflación de este año y un 1% para hacer partícipes a los empleados públicos de la buena marcha de la economía. Conviene recordar qué es un funcionario o burócrata, para ver si realmente tienen algo que ver con la buena marcha de la economía y si merecen beneficiarse de ella.

Los funcionarios se presentan a sí mismos como servidores del pueblo, cuando en realidad son un clan parasitario que contribuye a la supervivencia del Estado intervencionista y que dificulta el progreso social. Como miembros del sector público no producen nada valioso, solamente gastan los recursos confiscados previamente a los ciudadanos; no necesitan satisfacer a sus clientes para conservar su empleo, ya que las instituciones públicas no están sometidas a los tests de beneficios y pérdidas. Los consumidores no pueden decidir libremente si desean utilizar sus servicios.

El poder del funcionario es generalmente destructivo: gestiona permisos y administra regulaciones que dificultan y bloquean la actividad empresarial creadora de riqueza. En algunos puestos clave los burócratas pueden enriquecerse de forma ilícita mediante su poder regulador. Una licencia puede eternizarse si un funcionario corrupto no es adecuadamente recompensado.

La administración pública penaliza la solución de problemas. Al burócrata no le interesa que los problemas se resuelvan, ya que esto significa que ya no es necesario y que su departamento puede desaparecer; al burócrata le conviene que el problema se mantenga y agrave para así poder reclamar más recursos y aumentar su poder. La consigna principal respecto al presupuesto de cualquier departamento ministerial es gastarlo todo para poder pedir más en el futuro.

Las academias que preparan las oposiciones de acceso a la función pública recuerdan a los posibles interesados la envidiable jornada laboral y la seguridad del puesto de trabajo, sin referirse nunca a la posibilidad de trabajar por los demás. Los funcionarios son normalmente contratados mediante pruebas puntuales en las que demuestran unos conocimientos teóricos y no una capacidad real para desempeñar una tarea. El funcionario que ha superado un proceso de selección (oposiciones) muestra gran capacidad memorística combinada con una falta de inteligencia crítica o falta de escrúpulos, ya que asume todas las sofisticadas falacias que justifican la existencia de su empleador, el Estado coactivo. Los funcionarios tienen contratos indefinidos, empleos garantizados de por vida y es prácticamente imposible despedirlos, por lo resulta muy difícil controlar su rendimiento profesional.

Si van a la huelga, nos dejarán en paz a los demás ciudadanos y además nos ahorraremos sus sueldos.

En Opinión