Se me dejará utilizar el neologismo, fácil de entender, por otra parte. La “litofilia” no es más que el amor a las piedras. Al menos yo tengo ese sentimiento. No es solo la afección por las piedras labradas, la huella del trabajo humano y el gusto artístico. Me complacen las piedras cualesquiera que adornan la naturaleza, como las flores, las plantas o los animales. No me refiero tanto al gusto por las gemas, los minerales cristalizados. Las simples piedras de cada paisaje son ya bellas. Reunidas las de distintas formas, colores y texturas, componen una silenciosa sinfonía. Importa la variedad.

Litofilia

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