Menú
Federico Jiménez Losantos

El Gobierno se indulta a sí mismo

“Detrás de la Cruz está el Diablo” decían en nuestro Siglo de Oro y repetía Bergamín, con conocimiento de causa, porque seguramente el diablo era él. Pero ni Bergamín hubiera aprovechado el Jubileo para indultar a los de Filesa, camuflados con la “Tani” y el juez Gómez de Liaño, como ha hecho el Gobierno. Le ha faltado un detalle: publicar el macroindulto el día de la Lotería o el de los Santos Inocentes.

En realidad, el Gobierno se ha indultado a sí mismo en lo que hace a sus responsabilidades, tanto por lo que se refiere al juez Liaño, linchado inicuamente por el “polanquísmo judicial, como por lo que respecta a Filesa, indulto que o no se entiende o se entiende demasiado bien. Si llegáramos a enterarnos de que el pacto antiterrorista que se disponen a escenificar Aznar y Zapatero se hace sobre el sobreseimiento de Filesa, cosa no fácil de averiguar aunque muy fácil de suponer, concluiríamos que Aznar ya ha absuelto en su interior y en el BOE, los dos grandes delitos de la corrupción felipista: el Gal y Filesa. Y ni el PSOE se lo ha agradecido ni la parte más sana de la opinión pública se lo perdonará.

Porque hubo un tiempo, que muchos quisieran olvidar, en el que José María Aznar y el PP enarbolaron la bandera de la regeneración ética y la recuperación de las instituciones democráticas empezando por la Justicia. El Gobierno lo ha olvidado del todo. Volver a la elección verdaderamente constitucional de los vocales del Consejo General del Poder Judicial, por ejemplo, duerme el sueño de los justos, en este caso, injustos. Y como esos propósitos éticos, casi todos. Acabar con la politización de las televisiones públicas, por ejemplo.

Pero si lo propio de los políticos, en el sentido común y vulgar del término, parece ser el recordar sólo lo que les conviene para mantener y reforzar su poder, la sociedad no debería olvidar lo que le conviene para resistirlo. Mucho poder, mucha arbitrariedad y mucha corrupción son manifestaciones de un mismo fenómeno, que suele comenzar en la desenvoltura ética, proseguir por la desvergüenza política y desembocar en la burla de toda la sociedad. Este indulto de Aznar no es el del Jubileo del Papa, es el de la jubilación de la ética en los fastos de la Mayoría Absoluta.

En Opinión