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Martín Higueras

Y “El Chino” era japonés...

Nos sorprende la revelación del Gobierno japonés, pero seamos sinceros, sabíamos que era posible. Resulta entonces que Fujimori era japonés, y no peruano, como siempre aseguró. Probablemente también mintió en su fecha de nacimiento, según él, el 28 de julio, fecha de la independencia del Perú. Una maniobra para que los peruanos lo veamos como un peruano y patriota a carta cabal. Quién sabe si ahora, que es japonés a carta cabal, nos dirá que realmente nació el 23 de diciembre, fiesta nacional por ser el día en que nació el Emperador, en 1933.

La situación despierta rechazo y asco, por la burla del flamante ciudadano japonés. Y aunque todos lo sospechábamos desde un principio, ahora entendemos el por qué de la censura a la periodista que en 1997 empezó la investigación acerca de la verdadera nacionalidad de Fujimori. Al fin y al cabo, el Perú ha sido gobernado en los últimos 10 años por extranjeros. ¿Cómo así? Pues muy fácil. Fujimori, el que daba la cara, es japonés; Montesinos, la sombra detrás del poder, es argentino. Así es, hace algunas semanas se le descubrió un DNI de dicho país.

Los peruanos hemos de aparcar la vergüenza que todo esto conlleva y concentrarnos en conseguir que Fujimori rinda cuentas a todos los peruanos, tanto a sus votantes como a sus opositores. Lo que está claro es que debe sentarse en el banquillo de los acusados al haber violado sin tapujos la Constitución peruana que él mismo mandó redactar según sus intereses. En el artículo 110º de la Carta Magna de 1993, se indica claramente que para ser elegido presidente se requiere ser peruano por nacimiento.

Al no existir un convenio entre Japón y Perú para la concesión de la doble nacionalidad, a sus 18 años, Fujimori debió expresar su voluntad de pertenecer a uno u otro país.. No lo hizo e irregularmente se quedó con ambas. ¿O puede que sí lo hizo? Si Japón considera que es efectivamente japonés, entonces ¿reconoce que renunció a la peruana? No se trata de un tema fácil porque nos guste o no, Kenya Fujimori debe tener aún sus documentos peruanos, pero tendrá que dejarlos de lado. Pero siempre negó tener la japonesa, la que ahora lo salvará de ser extraditado al Perú, ya que Japón no permite que sus súbditos sean procesados por justicias extranjeras.

No podemos negar que Fujimori ha realizado una maniobra muy astuta, aunque en duda está que la haya diseñado él mismo. Nunca pudo hacerlo solo. ¿O es que el clandestino y prófugo Montesinos se lo recomendó antes de partir hacia su megagira asiática? Nadie puede asegurarlo. Además, ¿quién ha visto a Montesinos tras su llegada de Panamá hace ya varias semanas? Nadie. ¿Estará ya fuera del Perú? Quién sabe o incluso, ¿estará vivo? Esta pregunta puede hacerse al formular otra de las tantas: ¿Habría viajado Fujimori tan tranquilo a Japón dejando a su amigo y ex asesor en el país, sabiendo todos los documentos que posee sobre él?

Regresando a la astucia de Fujimori. Él mismo sabía que en calidad de japonés, podría beneficiarse de su ciudadanía en cualquier momento, cuando atravesara dificultades, como las tuvo a partir de la emisión del video en que se le veía a Montesinos entregando dinero a uno de esos infames trásfugas –no merece ya ser mencionado- del Congreso. Pero no olvidemos otra cosa: la actitud del Gobierno japonés ha sido también lamentable. Durante 10 años pudo verificar en el “koseki” –registro familiar japonés- si Fujimori era o no uno de sus ciudadanos. Algún provecho debió esperar y seguro que lo recibió. Por no haberlo hecho, ahora tiene en el archipiélago a unos de los ciudadanos nipones más despreciados. Fujimori ha sido terriblemente deshonesto con el Perú. Las consecuencias de un Gobierno corrupto, ladrón y sinvergüenza como el suyo deberán ser subsanadas por el esperanzador Gobierno de Paniagua y un primer ministro de lujo como Pérez de Cuellar.

Es una lástima reconocer que existe una probabilidad muy grande de que Fujimori nunca volverá a pisar suelo peruano. También es un alivio. Sin embargo, el Perú debe olvidar ese consuelo y agotar todas las posibilidades para que Fujimori responda de las acusaciones en el Perú y no donde él quiera. Fujimori ya no manda, ni tampoco Montesinos.

Sólo una pregunta más: si Fujimori es incluido en un proceso de lavado de dinero, de narcotráfico, venta ilegal de armas, ¿Japón lo seguirá defendiendo como legítimo súbdito del Imperio?

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