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La querella de Asaja contra la ministra Celia Villalobos está llamada a no prosperar porque no estamos ante un caso de difamación, sino de notoria cabalgada por la estupidez. La Villalobos está dando de sí lo que se esperaba de ella en el ministerio. Es una mujer deslenguada y con poca preparación. Era la cara populista del PP y lo es ahora del Gobierno. ¿De qué extrañarse cuando da a las “amas de casa” la receta infalible de los huesecitos? Celia va más de contertulia que de ministra responsable. Ya entró como un caballo en una cacharrería en el ministerio o como un pulpo en un garaje. Es la demostración en quintaesencia de que la ignorancia es atrevida.

Hermida lanzó al estrellato a dos políticas de corte similar, verborrágicas, minifalderas (eran ellas las que enseñaban pierna, no el que suscribe) atrevidas y con menos fondo del que Javier Arenas echa en falta en José Luis Rodríguez Zapatero. Pilar Rahola ha sido deglutida por el nacionalismo catalán en una serie de culebrones internos. Fuera del juego político, adoptó una hija y nos lo ha contado en un libro para sacar negocio y chupar cámara. Pero la culpa no es de Hermida, Celia Villalobos tenía una ventaja: es amiga del presidente del Gobierno, además de esposa de su aúlico asesor de imagen –en casa del herrero, cuchillo de palo. Flacos favores le está haciendo a su amigo con esta serie de despropósitos en los que, sin arreglar los problemas de la Sanidad, se dedica de paso a incrementar los de Agricultura y a hundir a la cabaña nacional en momento crítico.

Tamara ha barrido el fenómeno de las chicas --y los chicos-- Hermida. Celia se ha dado cuenta de la competencia y ha derivado hacia lo gastronómico para competir con Arguiñano. Nada mejor para el caldito que unos huesecitos de cerdo. Para Celia, la cocina, parafraseando a Clausewitz, es la prolongación de la política por otros medios. Arias Cañete debería recordar lo que dicen los clásicos: los peores enemigos se encuentran en tu propio partido, entre los compañeros de gabinete. Para eso, Celia se las pinta sola.

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