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En el conflicto del oriente próximo hay una doble asimetría que dificulta la comprensión del fenómeno. El gobierno de Israel está elegido por vía democrática, lo que permite a cualquier observador atisbar, a lo menos, lo que sucede políticamente allí. Se puede saber qué apoyo popular tiene cada partido, cómo se reparten las fuerzas sociales y cuáles son las opiniones que hay en el país. En el caso de la Autoridad Nacional Palestina, todos sus cargos, incluido Arafat, han sido elegidos por vía digital, eran dirigentes de la resistencia y de ahí llegaron a los puestos actuales. En el mejor de los casos por méritos de guerra (de guerrilla). Esa es la primera asimetría, la básica, que ni los medios ni los gobiernos occidentales tienen en cuenta.

En el caso de Israel se sabe quién es el jefe del gobierno, quién es el responsable de las fuerzas armadas y quiénes son favorables o se oponen a la política del gobierno. En el caso de Palestina, se atribuye a Arafat y sus hombres la responsabilidad de lo que sucede en ese territorio. Atribución que parte de una suposición, no confirmada: que la ANP, es la autoridad que controla y tiene el apoyo del mundo palestino. Es una asimetría fuerte, derivada de la primera. En un caso hay una transparencia, relativa, en el otro, una opacidad casi total.

La opacidad, el olvido de las asimetrías, simplifica la interpretación del conflicto, haciendo intervenir sólo dos entidades geopolíticas locales y sólo dos. Palestinos e Israel y nadie más. Parece como si las autoridades del mundo mundial, presidentes, ministros y otros responsables, tratasen por todos los medios utilizar el mínimo de neuronas para estudiar el asunto. Por eso del mínimo esfuerzo.

Unos curiosos, 62 investigadores (hombres y mujeres) de la Universidad de Bir Zeit de Ramallah, han realizado una investigación entre los palestinos de Gaza y Cisjordania, la más importante hecha en esos territorios. Visitaron 75 poblados palestinos, poco después de las elecciones en Israel. Los resultados son como para inquietar a los que se ocupan del conflicto desde el exterior.

El 28% de los encuestados no votarían a Arafat, y la mitad, a lo menos, no lo harían a los partidos existentes. En Gaza, el Hamas cuenta con el apoyo del 24% de la población encuestada, la misma proporción que los que lo hacen al partido de Arafat, Al Fatah. En Cisjordania, Al Fatah recibe el apoyo del 26%, mientras que Hamas sólo cuenta con el18% de los encuestados. Cerca de la mitad de las personas interrogadas piensan que la Autoridad Nacional Palestina no lucha contra la corrupción que existe en su seno. Más de la mitad de los interrogados son favorables a los atentados suicidas en las calles de Israel. El 70% de los encuestados son favorables a la continuación del proceso de paz.

Se sabe, por otras fuentes, que la mayoría de los participantes en la intifada están controlados por Hamas y el resto por parte de responsables de las fuerzas armadas, milicias y policía, palestinas, que se encuentran en disidencia, más o menos abierta, con Arafat. Si se trata de buscar un acuerdo entre las fuerzas que se enfrentan violentamente, sería necesario contar, por lo menos, con Ahmed Yassin, el líder del Movimiento de Resistencia Islámica, es decir Hamas. Movimiento que tiene ramificaciones, importantes, en buena parte del mundo Musulmán y conexiones con una mayoría de movimientos islamistas.

El no querer percibir las asimetrías y sus consecuencias, impide evaluar las verdaderas dimensiones del conflicto del Oriente próximo. Cosa que dificulta el proceso de paz. Las cosas son como son y no como queramos que sean.

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