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La primera cuestión a debate es si son necesarios los trasvases. El PSOE ha llegado a la conclusión de que no. Los ecologistas, por supuesto, de entrada, menos. Eso, entre otras cosas, afecta al transcurso natural de los ríos, puede dañar al delta. Entonces, desaladoras. Son más caras. ¿Son ecológicas? No. Ecologistas en Acción pone el grito en el cielo respecto a esos monstruos de cemento en el litoral. No son, pues, convenientes los trasvases. Tampoco las desaladoras. ¿Y los pantanos? Esos, peor. ¿Hay algo más antinatural que embalsar el agua, cortar montañas, y rellenar valles con hormigón armado?

¿Y trazar tuberías horadando el suelo? Hace poco en un debate, un ecologista mostraba su dolor por la agresión a la madre tierra de los párkings subterráneos. Bien mirado, eso de llevar agua encajonada en tuberías por el subsuelo es de un antinatural que tira de espaldas. Nada como beber en un buen río de montaña, cuanto más cerca de su nacimiento mejor. Embotellada no, por supuesto. Eso es terrible. ¡El agua encerrada en plástico!.

Lo del Plan Hidrológico ya no es ni tan siquiera de sentido nacional. Va camino de devenir en Plan Hidrofóbico. Por ejemplo, se dice que no se debe trasvasar agua para cultivar limoneros en el desierto, pero luego se deben hacer congresos sobre la desertización. Turismo, pues, de sol y playas, pero sin agua, y mucho menos dedicarla a regar esos remedos capitalistas de pseudonaturaleza que son los campos de golf. El Gobierno, para quien hay cosas que no toca y está feo citarlas, se muestra dispuesto a reducir el trasvase del Ebro a la mitad. Gobernar a golpe de encuestas es malo, ha dicho Aznar en varias ocasiones, pero gobernar a golpe de manifestaciones es imprescindible. El Gobierno está últimamente firme como una roca, sin relevos en sus ministros, salvo los que anuncian su abandono futuro, pero algo errático. A lo mejor es que acierta cuando rectifica.

¿Por qué no empezamos a desmantelar pantanos, a eliminar trasvases y a cuestionarnos seriamente las desaladoras? ¿Por qué no sacamos en procesión a San Isidro y a los dioses manes de la lluvia, y bailamos para ver si llueve? Volvamos al estado de naturaleza, pero en serio, y el que viva en la España seca que aprenda de los tuaregs que llevan cientos de años sobreviviendo en el desierto. ¡Vivan las fronteras naturales! ¡Vivan las manifestaciones, que las urnas son aburridas y cada cuatro años!. Nuestras vidas, como dijo Jorque Manrique, son los ríos que van a dar a la mar. Así ha sido siempre y así debe seguir siendo.

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