A buenas horas, mangas largas. La decisión del secretario general de la OTAN de enviar más tropas a la frontera entre Kosovo y Macedonia para impedir el abastecimiento e instalación de la guerrilla albanesa en las montañas de Tetovo constituye una demostración dramática de que, a veces, la Alianza llega tarde, mal y nunca donde hace meses se le esperaba.
El ministro de Asuntos Exteriores de Macedonia, Srdjan Kerim, ha dicho en la sede de la OTAN que la Alianza “está determinada a marginar a los extremistas albaneses” y por eso Lord Robertson anunció el despliegue de tropas suplementarias en la frontera macedonia. Se olvidó de añadir que extremistas los hay en ambos campos. Y son igualmente peligrosos para la estabilidad de la región.
Una vez más, Occidente confunde las consecuencias con las causas en el avispero ex yugoslavo. Lo que está empezando en Tetovo y las zonas contiguas es ni más ni menos que una guerra civil.
Así, como suena: un enfrentamiento fratricida entre macedonios de origen eslavo (ortodoxos, serbohablantes) y macedonios de origen albanés (musulmanes, albanohablantes). Los primeros representan un 45% de la población, los segundos rozan el 40%. Los albano-macedonios se sienten históricamente discriminados, marginados de la Universidad, la policía, la administración territorial, el mundo empresarial y sindical por el ultranacionalista partido macedonio VMRO-DPMNE.
Hay un Estado central y autoritario que no tiene en cuenta a la minoría (¿o empieza a ser mayoría ya? Este es el “quid” de la cuestión) albano-macedonia o albano-kosovar-macedonia, pese a que en teoría el gobierno es de coalición y de esa coalición forma parte el PDA, partido democrático albanés.
Hace meses se asiste en algunas zonas macedonias a la “kosovarización” de las reivindicaciones étnicas: los jóvenes se “apuntan” a la UCK, la guerrilla albano-kosovar, y se echan al monte. Sinceramente ¿puede este movimiento espontáneo y profundo disuadirse, como pretende el patético Jacques Chirac, con una acción resuelta de la KFOR en Kosovo que ponga fin a estos actos terroristas? ¿Todavía no se enteró el presidente francés de dónde se producen los combates y quién dispara contra quién? Es urgente que su ministro Exteriores, Vedrine, le regale un mapa de la región.
Si la KFOR desea repartir leña indiscriminada en una zona poblada y abrupta donde cualquier operación de envergadura conduce directamente a la masacre de inocentes sin buscar soluciones políticas –que existen, aunque no se hayan explorado— el diagnóstico no puede ser peor: la guerra civil se extenderá a toda la ex república Macedonia de Yugoslavia (como gustan los griegos llamar a Macedonia) y probablemente también a otras zonas donde existen minorías albanesas olvidadas y furiosas.
Esta guerra o guerrilla no tiene solución militar. Y mucho menos multimilitar, con la KFOR en juego. La OTAN, el gobierno macedonio y los sectores dialogantes de la comunidad albano-macedonia, incluso la UCK, tienen en sus manos la posibilidad de alcanzar un compromiso que podría ser ejemplar para toda la región. Si este compromiso se obvia o privan las soluciones maximalistas, la guerra civil será imparable.
En Opinión
Servicios
- Radarbot
- Libro