La noticia sería que Xabier Arzalluz respetara la Constitución, no que no la respete. Por tanto, las amenazas están de más. La Constitución tiene mecanismos para los que no respetan el marco legal.
Esta legislatura, de hecho, ha sido una permanente mofa del marco constitucional. El PNV puso en marcha un proceso secesionista con una asamblea de municipios vascos nacionalista de tinte claramente golpista. Un golpe desde arriba. El PNV ha gobernado con los que defienden el asesinato para echar abajo la Constitución. Ha dado órdenes, como han denunciado los sindicatos de la ertzaintza, para que los policías autónomos se inhibieran en la persecución del delito e hicieran la vista gorda ante la kale borroka, desprotegiendo a los contribuyentes.
Y en el programa electoral concurre con la autodeterminación como principal propuesta, lo cual es un intento de demoler la Constitución como marco de convivencia general. El PNV es un partido que no sólo no respeta la Constitución, sino que va contra ella, en un golpismo permanente. En vez de amenazar tanto, los nacionalistas deberían de haber acabado con la violencia, y haber gobernado para todos los ciudadanos, que para eso pagan sus impuestos. Lo que necesita el País Vasco para normalizarse es precisamente que la Constitución se respete y se cumpla. Eso pasa porque el PNV pase a la oposición. Pero tampoco es una novedad. Es simplemente un reto.

Arzalluz, el golpista permanente
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