Es bien sabido que la abundancia petrolera ha distorsionado severamente la economía y la sociedad venezolanas. En cuanto a lo primero, el petróleo en manos del Estado ha asfixiado el resto de las actividades productivas, generando una total dependencia fiscal de los ingresos derivados del crudo. Por otra parte, una mayoría sustancial de los venezolanos están convencidos de que su país se encuentra entre los más ricos del mundo, tan sólo por su posesión de importantes recursos naturales, sin reparar en que la verdadera riqueza de las naciones reside en las actitudes y aptitudes de la gente, en las disposiciones que impulsan a la creación de riqueza con base a la productividad y competitividad colectivas. De no ser así, Suiza, Japón y Singapur, para mencionar tres casos, serían pobres, debido a su carencia de recursos naturales. De hecho, y aunque duela decirlo, para millones de venezolanos la riqueza es algo que está allí, que existe sin que nadie haya realizado el menor esfuerzo para crearla, y solamente se requiere de un gobierno "justo" que la distribuya equitativamente para que todos seamos felices.
Estas verdades son conocidas y reiteradamente confirmadas por los estudios de opinión. Sin embargo, no siempre captamos la magnitud de la distorsión en las perspectivas de los venezolanos a raíz del peso del petróleo en el imaginario nacional. En días recientes, un artículo publicado en la prensa de Caracas afirmaba que existe la creencia predominante entre la gente que el petróleo alcanza para todo y todos, que hay pobreza en el país debido a la mala fe y corrupción de nuestros diversos gobernantes, y que las expectativas de la ciudadanía son tan elevadas que para satisfacerlas realmente sería necesario que el petróleo se vendiese a los consumidores a 2 mil dólares el barril!
Ante semejante situación, que dibuja un cuadro casi demencial en cuanto a la magnitud de la ignorancia y confusión que pone de manifiesto, no puede sorprender a nadie el hecho de que Hugo Chávez haya sido electo presidente de Venezuela, y luego de dos años de pésima gestión continúe a pesar de ello gozando de una significativa popularidad entre las masas empobrecidas. Chávez ha logrado mantener la esperanza más allá de lo que sería razonable suponer, en buena medida debido a la ausencia temporal de alternativas, y a su innegable capacidad para el ejercicio de la demagogia.
Esto último se ha reforzado recientemente hasta extremos asombrosos con su oferta de crear varios nuevos bancos del Estado, a pesar del rotundo fracaso de experiencias pasadas. Las nuevas entidades llevan los nombres de "Banco del Pueblo Soberano", "Banco de la Mujer", y "Banco de los Militares", y sus designaciones bastan para revelar la fragilidad de su concepción y sus nulas perspectivas económicas. En suma, de lo que se trata es de regalar el dinero, pues Chávez ha asegurado que no se cobrarán intereses por los préstamos a los llamados "microempresarios", satisfaciendo así las aspiraciones de una población pobre que siente que, en todo caso, el presidente sólo está dándoles lo que les pertenece, es decir, su "parte" del pastel petrolero. Desde luego, Chávez no entiende que con esto refuerza hasta niveles irrisorios la distorsionada visión de la vida entre los más pobres, garantizando de paso que seguirán así hacia el futuro.
Bajo Chávez Venezuela ha alcanzado el clímax del populismo. Lo que inicialmente se anunció y aun se pregona como una "revolución" ha devenido en farsa atroz, que contribuirá a acelerar el ya profundo deterioro de una economía y una sociedad completamente desencajadas por un Estado todopoderoso, que malgasta y derrocha los recursos, dejando a su paso un país cada día más postrado, incapaz de producir y competir, sin industrias ni agricultura, sobrecargado de una inmensa burocracia parasitaria y endeudado hasta los tuétanos, a pesar de su mito de abundancia. Se trata, en síntesis, de un panorama de decadencia y pesadumbre que se agudiza en manos de un líder signado por la irresponsabilidad más absoluta, de un militar-político que con seguridad pasará en su momento a engrosar la ya congestionada galería que agrupa a los más nefastos y dañinos entre los que han gobernado en Venezuela y América Latina.
© AIPE
El venezolano Aníbal Romero es profesor de ciencia política en la Universidad Simón Bolívar.

Chávez regala dinero

En Internacional
0
comentarios
Servicios
- Radarbot
- Curso
- Inversión
- Securitas
- Buena Vida
- Reloj Durcal