Sea cual sea el resultado electoral dentro de los posibles, el PNV sólo podría gobernar mediante un pacto con el PSOE, puesto que la banda terrorista lleva tiempo preparando a sus fieles para una exacerbación del fundamentalismo marcando al PNV como traidor, sin posibilidad de cualquier pacto que contamine la pureza genocida. Eta confía que esa radicalización provoque en las filas peneuvistas el seguidismo habitual, de forma que las bases perciban a los terroristas como los únicos abertzales y los herederos legítimos del patético legado de Sabin Arana.
Ese dato clave, poco comentado, debería ser puesto en la balanza para favorecer una alternancia en el poder con un gobierno fuerte capaz de afrontar esa estrategia de nueva radicalización, frente a cualquier otra opción que pase por el PNV, porque ésta opción no sólo sería más de lo mismo, o en todo caso volver a la etapa del pacto de Ajuria Enea, sino que situaría al gobierno vasco en debate permanente con los violentos.
Frente al diagnóstico de “lucha contra el fascismo” que mantiene el PSE, Zapatero se mueve en una ambigua quimera de bisagrismo más cerca de Madrazo que de Nicolás Redondo Terreros, al que con sus dudas y matizaciones hace un flaco favor el secretario general de su partido, porque introduce sospechas de deslealtad al pacto constitucional y se sitúa en posición de ser presionado por su ejecutiva federal, donde los seguidores de Felipe González siguen teniendo mucho peso. Lo que hace Zapatero es un apoyo indirecto al voto útil a favor de Jaime Mayor Oreja, porque la única opción en la que no habría dudas para el pacto sería con un “triunfo moral” de Mayor Oreja que despejara cualquier duda socialista y obligara a un PNV en la oposición a emprender la senda de la revisión y la moderación ideológicas.
No tiene lógica que los socialistas hayan sido asesinados en vano, por la insoportable levedad de éste insustancial Zapatero. ¿Cómo, a estas alturas, puede existir dudas sobre la oportunidad o la ética de pactar con Arzalluz, que se ha dedicado de manera sistemática a criminalizar a los constitucionalistas? El análisis del Foro de Ermua es claro: el riesgo es la traición del PSOE.

Arzalluz sólo puede pactar con Zapatero
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