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Maite Cunchillos

De Superlópez... a López

Quienes hemos visto y escuchado a López de Arriortúa en la Audiencia Nacional no podríamos asegurar que tenga mermadas sus capacidades mentales. Pero tampoco podríamos corroborar lo contrario. Loco o cuerdo, lo cierto es que este lunes “Superlópez” –más López que súper– resultaba entrañable y nada parecido al personaje que ocupó las páginas económicas de los periódicos, a principios de los noventa.

–Yo, señoría, fui el único presidente no americano de la General Motors– se lo recordaba Ignacio López de Arriortúa a un risueño Calos Cezón, presidente del Tribunal.

Todos los que han intervenido: abogados, médicos, psiquiatras y fiscal, han coincidido en que el accidente de tráfico que sufrió “Superlópez” marcó un antes y un después en la vida del ingeniero. Atrás quedaron los éxitos empresariales, los balances económicos positivos, la dieta del guerrero –sólo fruta– los viajes desde Alemania en su avión privado para estar todos los fines de semana en su pueblo vizcaíno, con su mujer e hijas; poco queda ya de aquel hombre que un día consiguió –con Arzalluz de testigo– la promesa del presidente de la Wolkswagen de instalar una planta de fabricación de coches en su pueblo natal, Amorebieta.

López de Arriortúa nos ha revelado que su mujer, Margari, es una excelente cocinera: “su paella de bacalao está para chuparse los dedos”, ha dicho. También nos ha contado que tiene una nieta “más lista que Madame Curie” y tan guapa como una modelo. De nada le sirven sus múltiples tarjetas de crédito, porque un juez le ha cancelado su firma y “ahora es Margari mi tutora”. Su dieta ahora es muy alta en calorías, ha engordado cuarenta kilos desde el accidente.

El último golpe de inteligencia de López de Arriortúa fue la elección de abogado defensor “Búscame –le dijo el pasado año a un amigo– un abogado que no tenga más de 35 años y que tenga ganas de trabajar”. Al parecer, el vasco de Amorebieta había salido escaldado de un prestigioso catedrático que no le prestó la atención necesaria. Ese joven abogado es Manuel Ollé, que ha dado una lección en la Audiencia en materia de extradición. Mientras el defensor argumentaba ante los jueces, su cliente le escuchaba atentamente, asintiendo con la cabeza. Ollé también ha sufrido con paciencia los cambios de humor del ingeniero vasco: el último ejemplo este mismo lunes por la mañana, cuando Arriortúa pretendía ir a la audiencia a las 7 de la mañana y la vista comenzaba cuatro horas más tarde.

Ollé y Arriortúa o Arriortúa y Ollé han tenido una intervención tan perfecta que ya es casi descartable la extradición a Estados Unidos. La duda sobre la capacidad mental de “Superlópez” es ya lo de menos.

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