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Antonio López Campillo

La impotencia y la inutilidad

La cumbre de Génova ha puesto en evidencia, a la vez, la inutilidad y la impotencia: la inutilidad de las cumbres de jefes de estado y la impotencia de los antiglobalizadores. La inutilidad queda explicitada por las discordias de los jefes de estado, lo que nos dice que hay políticas nacionales y por lo tanto exigencias de la realidad política de cada nación que son contradictorias entre ellas. La falta de una unanimidad seria entre los grandes nos indica que, por lo menos, se pelean por "orientar" la globalización; es decir, que no son la dirección, ya que no puede existir una dirección desunida. Esto que es una evidencia desde antes de Génova. Cosa que no han comprendido las mentes pensantes de los grupos antiglobalizadores. Los G8 en esas reuniones dan la impresión de tratar de atenuar sus pugnas, es como si se reuniesen para buscar la paz entre ellos.

En el otro lado los antiglobalización nos muestran su impotencia. Han desorganizado una ciudad, incluso sin la violencia, han asustado a jefes de estado, que han prometido cosas (no han hecho otra cosa) sin tomar ninguna medida que no sea, en último termino, favorable a las grandes potencias. La antiglobalización lo único que ha logrado ha sido un éxito mediático gracias a la violencia de una fracción, y por desgracia un muerto.

Si los jefes de estado están divididos, los anti no van mejor. El movimiento antiglobalización es heterogéneo: grupos de defensa de las minorías, antinucleares, pacifistas, ecologistas, antirracistas, ONG variadas, izquierdistas que se han quedado sin "proletariado", grupos violentos de todo tipo, etc… Lo que parece unir a una mayoría es la defensa de los pobres, lejanos como los del tercer mundo. Gentes de buen corazón, viudos de la revolución que no llegó, y los que creen que romper cristales de tiendas puede acabar por derribar al capitalismo.

La ineficacia de las cumbres de los G8 es un hecho irrebatible. En su declaración final han declarado: ser contrarios al SIDA, al paludismo y la tuberculosis, son favorables al desarrollo de los no desarrollados, a que la deuda de los países pobres sea menos "pesada", a que el protocolo de Kioto llegue a ser un día realidad y que sentían la muerte del joven manifestante, y que son partidarios de la libre expresión de las ideas, incluidas las de los anti. Si para declarar lo que han declarado necesitaban reunirse en una ciudad, blindarla, paralizando la vida ciudadana de buena parte de ella, es que son un grupo de gente no muy capaz, que toman a los habitantes del planeta por retrasados mentales. Hoy puede ser que los únicos que parecen creer que los G8 tiene alguna importancia (cuando están reunidos) son los antiglobalización.

El resultado de la cumbre de Génova es tranquilizador en cuanto se ve que los que parece que dirigen la globalización no son muy avispados. Y por otro lado es un poco desesperanzador que los anti sean tan dispares y tan despistados como para tomar en serio a las reuniones de jefes de estado. Quién apunta mal falla siempre el tiro. Es que la globalización no es el fruto de un proyecto político elaborado por malvados enemigos de los pobres, más bien parece ser el resultado del desarrollo de las técnicas y del saber sobre el mundo. "A la globalización se la hace violencia, pero sólo los audaces la arrebataran".

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