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Enrique de Diego

Zapatero, antiglobalizador

En este chocante giro a la izquierda casposa dado en la Conferencia Política por José Luis Rodríguez Zapatero –o porque la estructura partidaria no le deja salir de los dogmas de siempre o porque alguien le leyó en vísperas la cartilla o porque le faltan los conocimientos y las convicciones necesarios para iniciar una renovación ideológica–, no es de las cuestiones menores, tras mostrarse contra el escudo antimisiles con tonos de socialista de antes del referéndum sobre la OTAN, la irresponsable postura adoptada en relación con ese fenómeno de liberalización del comercio y apertura de las fronteras que hemos dado en llamar, con concepto no demasiado afortunado, globalización.

Nada enternece más a la izquierda clásica que una buena dosis de violencia para sospechar que los violentos son los representantes de la rabia escondida de los parias de la tierra. Así que estos turistas vandálicos de la globalización han producido el efecto esperado y la izquierda ya ve ahí una sensibilidad social a la que es preciso acercarse. Nuestro PSOE, a tenor de lo dicho por Zapatero, se sitúa en plena sintonía con el “movimiento antiglobalizador democrático”. ¿Cómo compaginar este retorno al país de nunca jamás con las declamaciones a que perdemos el tren de las nuevas tecnologías, tan relacionadas con ese palabro de la globalización? La dialéctica, aunque sea light y un punto pacata, da para mucho en esto de ahormar contradicciones, de forma que Zapatero dixit: “estamos a favor de la globalización de la solidaridad y en contra de la mundialización del egoísmo”. ¿Qué quiere decir con esta monserga equidistante?

Como esta cuestión de la globalización es tan beneficiosa y fundamental para mantener los actuales niveles de población, para poder paliar el desastre mundial del fracaso del socialismo en sus diversas variantes, es cuestión de empezar a denunciar estas retóricas irresponsables de dirigentes acomplejados. Ha habido países, como Taiwan, Singapur, Corea del Sur, la Hong Kong libre que han salido de la pobreza para entrar en el progreso. Todos los que han caminado por la senda del socialismo están en la ruina.

Decir, como hizo Zapatero, más inconsistente que nunca, que la globalización “es positiva para la mayoría, pero crea desigualdad” no sólo es una contradicción en los términos, una estupidez, es además la vuelta a retóricas de lucha de clases a nivel planetario para obviar la realidad. Y la realidad es que los países que se consumen en la pobreza, donde sus habitantes mueren de hambre o de epidemias, son la consecuencia de la mezcla de políticas colectivistas y de tiranos depredadores que han utilizado los préstamos internacionales para la corrupción personal en gran escala, para armar a sus matones hasta los dientes y para iniciar conflictos locales o regionales de demencial voluntad genocida. Que unos miles de jóvenes de la cultura de la satisfacción, huérfanos de Marx, de las juventudes de los marginales partidos comunistas, se dediquen a devastar ciudades, no cambia la realidad ni la modifica, salvo que la izquierda persista en ser ese ámbito de estupidez en el que cualquier idea con apariencia moral, a pesar de sus trágicas consecuencias, se sostiene con adormecimiento del espíritu crítico. Esa retórica de izquierdas que tantas vidas humanas ha costado, pues el culpable de la pobreza del mundo es el socialismo. Sobre todo el socialismo real, pero el socialismo en su conjunto, que ama tanto a los pobres que los crea por millones.

Me viene sorprendiendo la facilidad con la que Zapatero, ante situaciones de tensión, modifica criterios y, como toro manso, vuelve a seguro, a las tablas de la idiocracia de izquierdas. Condonar la deuda no es otra cosa que una prima a la irresponsabilidad de los tiranos. También podrían condonar mañana los bancos todas las deudas y los créditos hipotecarios, a ver qué sociedad tendríamos. Cualquier política de ayuda al Tercer Mundo no puede estar basada en la histeria, ni en una relectura planetaria del marxismo-leninismo, sino directamente en la democracia, la propiedad y los derechos humanos. Debe servir para que no haya tiranos, no para fortalecerlos. Donde el egoísmo sí es una realidad atroz es en las castas gobernantes de las naciones a las que mantienen empobrecidas. Zapatero, el irresponsable antiglobalizador, debería leer un poco más o cuanto menos reflexionar antes de lanzar retóricas equidistantes que no aclaran nada, y lo confunden todo o casi todo. Va tomando un preocupante aire a Madrazo.

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