Una de las virtudes de la lengua castellana (como la latina) es que permite dar sexo a las cosas que no lo tienen. En cuyo caso el sexo pasa a ser una alusión literaria muy sutil. La propiedad se extiende a los nombres propios, sean de países o ciudades, por ejemplo. Así Barcelona es un ente femenino, y Madrid es masculino. Las naciones suelen ser femeninas, pero no el Brasil o el Japón. En catalán los valles son femeninos (como en latín), pero se masculinizan en castellano. Los montes suelen ser masculinos: Pirineos, Andes, Urales. Los ríos y lagos también.

El sexo de la Geografía

0
comentarios
Servicios
- Radarbot
- Curso
- Inversión
- Securitas
- Buena Vida
- Reloj Durcal