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Lucas Soler

Aragón no compone jotas

Dentro del mundillo del espectáculo y las variedades televisivas, Emilio Aragón es uno de los pocas figuras patrias que puede ser definido por el vetusto calificativo de hombre orquesta: payaso bobalicón en sus tiempos mozos, humorista desnatado, presentador de zapatillas blancas, efímero cantante de baladas blandi-pop, actor estreñido y familiarmente correcto, productor ambicioso y certero, guionista de sí mismo y, ahora, compositor de música clásica y director de orquesta. Al parecer, tan prolífico personaje tiene tiempo para todo. En su caso, además, el tiempo es oro, puesto que Emilio sabe sacar partido de todas sus aficiones, convirtiéndolas en rentables negocios.

Después de hacerse millonario con el estetoscopio y las recetas médicas, Emilio Aragón quiere probar fortuna con la batuta y las partituras. Durante su estancia en Estados Unidos, estudió solfeo y aprendió a mover los brazos en el estrado con la autoridad y el énfasis de Leonard Bernstein. Debió ser un alumno muy aventajado, pues en abril estrenaba en Boston la suite Parks, que será presentada en Madrid a principios del próximo año. Si hubiese sido fiel a su apellido, debería haber empezado componiendo una jota, pero un género musical tan rústico y vociferante no encaja bien con su esponjosa y tersa personalidad artística. Lo suyo no es el drama wagneriano ni el sentido arrebato folclórico, sino más bien el sedante hilo musical con el que se ameniza la espera en la consulta de un odontólogo.

Aún es pronto para saber si Emilio Aragón tendrá éxito como compositor y director de la Orquesta Arturo Soria de Madrid, pero de momento ya ha empezado a promocionar en prensa un nuevo programa televisivo dedicado a la música clásica, en la que él y sus jóvenes intérpretes ofrecerán conciertos “para toda la familia”. El bueno de Emilio nunca se olvida de los abuelos y de sus queridos nietecillos.

Como tiene tiempo y oro para todo, también prepara una nueva serie televisiva en la que interpretará a un personaje completamente distinto de Nacho Martín, el padre ejemplar y abnegado galeno de “Medico de familia”. Aunque aún no se han desvelado los contenidos de la serie ni la personalidad del personaje protagonista, Emilio Aragón bien podría encarnar a un fornido guardia jurado de discoteca, si tenemos en cuenta la espectacular musculatura de gimnasio que ha exhibido durante sus vacaciones por la costa alicantina. ¿Pretenderá acaso emular las hazañas de Jean-Claude Van Damme sin dejar de ser el nuevo Mozart para todos los públicos? ¿Volverán los oscuros guionistas a colgarlo de los brazos de la hermana de su difunta esposa como en “Médico de familia”? Las respuestas ya se encargará el propio Emilio de publicitarlas a bombo y platillo.

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