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Enrique de Diego

Amenazas y solución policial

Lo de la apología del terrorismo es un eufemismo. El delito habitual es el de amenazas e incitación al homicidio. No de otra forma cabe interpretar eso de “Eta, mátalos”, que es el deseo de un homicidio general, de un genocidio. Otegi amenaza de manera permanente. Que no esté en prisión muestra que un problema sigue siendo el miedo de los jueces a cumplir con su obligación –para eso cobran– y el exceso de confusión semántica, porque lo de la lucha armada no es otra cosa que sublimación del tiro en la nuca, del asesinato.

Puesto que el problema vasco es en lo básico, en un 99,9 por 100, para ser benigno, un problema inventado, surgido de una ventolera de xenofobia chusca de Sabino Arana, la solución es fundamentalmente policial. De hecho, es sólo policial. Porque la política, en el sentido nacionalista, que sería profundizar en el nacionalismo, o sea en la independencia, sólo embrolla el problema. Por eso yerra Imaz cuando habla de una solución policial y al tiempo política. Tal debate es algo más peligroso que el bizantino sobre el sexo de los ángeles, pero igual de estéril. Cualquier gobierno de cualquier sociedad civilizada ha de detener a los asesinos, evitar que haya víctimas y asegurar el disfrute de los derechos y libertades en la calle. Que el Gobierno vasco no lo haya asegurado hasta ahora, y siga sin asegurarlo en gran medida, es un problema suyo, que no se resuelve con retóricas.