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Lucas Soler

El posado de la Obregón

La Casa Real convoca cada año a los medios de comunicación en los jardines del Palacio de Marivent para que los fotógrafos de prensa y las cámaras de televisión puedan tener distendidas y entrañables imágenes de los Reyes, con sus hijos, nietos y yernos, en el inicio de sus vacaciones de verano. Sin pretender emular a la Corona, la familia Aznar organiza una convocatoria similar, en la que nuestro presidente posa con informales bermudas de navegante, nuestra Segunda Dama disimula el diámetro de sus caderas bajo un pareo multicolor y los retoños de la pareja exhiben un prodigioso parecido dental con sus progenitores. De este modo, los españoles constatamos con alegría que no hay nada como unas vacaciones en familia, aunque las nuestras sean con toalla en la playa, sangría en el chiringuito, helado en el paseo marítimo y calor en el apartamento.

Desde hace algunos años, este tipo de convocatorias para la prensa ha dejado de ser un privilegio exclusivo de monarcas y gobernantes. Sin pretender emular a los Borbón y a los Aznar, pues su familia es monoparental, Ana Obregón también convoca cada año, coincidiendo con el inicio de sus vacaciones, a los medios de comunicación en una soleada playa de Mallorca, para que la inmortalicen en bikini o bañador en las poses más sugestivas. El objetivo del “posado”, así lo denomina ella, es intentar que los fotógrafos y las cámaras cuenten con un bonito repertorio de imágenes suyas a cambio de dejarla tranquila durante el resto del veraneo. Por desgracia, la prensa rosa nunca se conforma con una sola sesión fotográfica, en la que Anita intenta parecer la juvenil modelo de un catálogo comercial de prendas de baño, y sigue persiguiendo a la actriz por solitarias calas y concurridos lugares de moda en búsqueda de una instantánea comprometedora.

De ahí, el reciente enfado de la Obregón al hacerse públicas unas imágenes robadas con teleobjetivo en las que aparece, encandilada, junto al torero Finito de Córdoba en un restaurante de Palma. Como represalia a un acoso que no cesa, Ana Obregón ha amenazado a ciertos medios de comunicación con no convocarlos el próximo año a su tradicional “posado”. “Al enemigo, ni bikini ni agua”, dice la Obregón, pero quienes la acechan no parecen amedrentarse con su amenazas. Pese a su dilatada experiencia como famosa, Anita olvida el valor de una imagen. Las suyas en estudiada pose tienen muy poco, por más que se esfuerce cada año en estirar las piernas, hundir el vientre, arquear la espalda y ampliar la sonrisa, como si fuese una vigilante de la playa. Un poco de originalidad y menos arrogancia..

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