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Alberto Míguez

De casta

Fernando Arias Salgado, nuevo embajador de España en Marruecos, pertenece a una casta de políticos insumergibles y convenientes, según la época y el viento. Su padre, don Gabriel, fue ministro de Información y Turismo de Franco, martillo de herejes, comisario implacable de censores e inquisidores. Se le atribuye una frase inolvidable: "está estadísticamente demostrado que desde que Franco manda muchos más españoles van al cielo.”

El hermano del nuevo embajador fue de todo en la UCD, a la que accedió desde las filas de la democracia-cristiana del incombustible Joaquín Ruiz Jimenez, muy ducho también en cuestiones relacionadas con el cielo y el purgatorio. Ministro de Suárez, lo ha sido también de José María Aznar. Ahora goza de un merecido descanso al mando de una empresa transnacional, justo premio del poder a quienes se portan bien y no escupen en la sopa. Rafa, como le llaman sus amigos de la cosa, nunca escupió en la sopa. En realidad, nunca escupió.

Fernando Arias Salgado tuvo hasta ahora una brillante y plena carrera diplomática con salidas esporádicas a la política de a pie, como por ejemplo cuando fue director general de RTVE, un regalo envenenado que despachó con habilidad y buenas maneras. Nadie lo recordará por sus hazañas y reformas pero muy pocos tampoco le reprocharán métodos intolerantes.

Don Fernando airea permanentemente una sonrisa profidén, da palmadas a los chicos de la prensa y hace chistes con sus colegas de la Carrera (diplomática). Ni en el Reino Unido, ni en Suiza, ni mucho menos en Liechtenstein llamó la atención por sus iniciativas atrevidas o sus despachos turbadores. Tiene un montón de medallas y colgajos fruto de una labor recatada y amable.

Ahora la cosa tiene más dificultad y más peligro. Las relaciones hispano-marroquíes están bajo mínimos, aunque el pánfilo de Piqué asegure lo contrario. No serán fáciles de mejorar ni rectificar, sobre todo si se persiste en la inanidad y el acogotamiento. Lo de Prado del Rey y la Corte de San Jaime eran una broma a lado de lo que le espera. Buena suerte y salud, señor embajador.

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