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Alberto Míguez

La venda antes que la herida

Algunas buenas almas, moralistas de tres al cuarto, oportunistas de toda condición, “analistas” académicos y otras especies andan preocupadísimos ante lo que denominan las “represalias” de Bush tras el horror del martes negro. Preocupación sin duda respetable pero un tanto apresurada porque, por ahora, la espada de Washington no ha descargado su furia justiciera sobre la gavilla de criminales islamistas que asesinaron a miles de ciudadanos inocentes en Nueva York y Washington.

Uno de esos idiotas ilustrados más locuaces y más vacuos de cuantos pueblan las universidades europeas (y mira que hay donde escoger), el profesor Alain Touraine, aleccionaba ayer a los lectores de un diario madrileño (“El País”, fuera máscaras) clamando que “todos tenemos la responsabilidad de evitar un enfrentamiento cada vez más catastrófico entre un poder absoluto y unos desarraigados sin esperanza”.

Para Touraine, el poder absoluto es la democracia norteamericana, un sistema que no puede soportar desde que hacía pinitos revolucionarios en el Chile de Allende ensalzando a los terroristas del MIR y demás compadres. Los “desarraigados sin esperanza” son los asesinos del martes negro y sus patrocinadores del mundo árabe.

De modo que, antes siquiera de que se inicie la caza y captura de los criminales islamistas, antes incluso de que se sepa quiénes y cuántos, Touraine y sus amigos en Francia, Italia, Holanda y España claman al cielo para que el castigo se obvie y la justicia se difumine en el tiempo. La estrategia está clara: piedad con el verdugo, severidad y olvido con las víctimas.

No han esperado siquiera cuarenta y ocho horas para excusar a los genocidas y sus cómplices. Tienen prisa en condenar al “imperialismo norteamericano y sus lacayos” antes siquiera de que Estados Unidos ejerza el derecho indiscutible de castigar a los culpables. Sólo les faltó salir a la calle y hacer la “uve” de la victoria como los aprendices de verdugos inspirados por Arafat. Y si no lo han hecho es porque les faltan testículos; ganas no les faltan.

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