Resulta curioso que un personaje como Bertín Osborne, con un apellido tan fino y añejo y unos ingresos económicos más o menos regulares, se preste a comparecer ante la fiscalía de "Tómbola" para contar su ya remota relación sentimental con Mar Flores por un talón nominativo de siete números. Al parecer, debe tener muchos gastos o un compulsivo afán de notoriedad.
En su comparecencia ante el tribunal que preside Ximo Rovira, Bertín se ganó bien el sueldo al desvelar detalles íntimos y un tanto escabrosos de su efímero romance con la actual presentadora del conocido concurso "La Música es la pista" del canal autonómico valenciano. También aprovechó la ocasión para defenderse de las críticas que Mar Flores le hizo en su polémica entrevista para
El Mundo. Bertín aseguró que siempre se comportó con ella como todo un caballero, pero reconoció que la fidelidad y la monogamia le son absolutamente ajenas.
Según el testimonio del cantante, Mar era una niña muy mona y bastante ingenua, cuando se conocieron hace doce años, pero con el tiempo se ha convertido en una mujer casi irreconocible, fría, calculadora y ambiciosa. No la definió con adjetivos tan contundentes, porque Bertín se expresa mediante incongruentes
chascarrillos y sincopadas interjecciones chulescas que transforman cualquier imprecación en una piropo lleno de gracia y salero. Con tanta simpatía y espontaneidad, su remunerado interrogatorio en "Tómbola" parecía una de esas animada charlas de amigotes en un bar de alterne en las que se habla con
frivolidad y desparpajo de ligues propios y cornamentas ajenas. Todo un mérito, pues sus indiscreciones de alcoba serán siempre aplaudidas y nunca censuradas.
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