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Maite Cunchillos

Lobo con piel de cordero

Barrionuevo gritó por gritar. Corcuera gritó para absolverse. Vera se perdió entre tanta finca, tanto suegro generoso y tanta vivienda provisional. Sancristóbal ha sido el lobo con piel de cordero. No ha gritado; se ha sentido tan cómodo en el banquillo como se le vio a Corcuera el miércoles. Ha pasado ya muchos muchas horas declarando ante jueces y sabe cómo escenificar su relato.

Escuchar a Sancristóbal este jueves ha sido como ver una película: podríamos visualizar una máquina de hacer dinero emitiendo millones de billetes; sin parar; al final de esa cadena mecánica, también podríamos imaginar a varias personas recogiendo los billetes para meterlos en maletines; y Sancristóbal, mientras tanto, recorriendo la geografía española en una carrera desenfrenada con el maletín en la mano: de Bilbao a Madrid, de Madrid a Bilbao pasando por Jerez, Murcia, Santander o Ermua; maletines de 7 millones, maletines de 10 millones, maletines de 12 millones... y mientras, Vera, Barrionuevo o Corcuera ignorando la máquina de hacer billetes, los maletines y las carreras desenfrenadas.

En la película también participaría un “extraño director de sucursal bancaria” que aparecía también en otra película de dibujos animados similar a la relatada por Sancristóbal; en aquella película el protagonista era Roldán y uno de los actores secundarios era el mismo director de sucursal bancaria amigo de Sancristóbal; al parecer, llevaba tan bien los maletines que repitió el papel cinematográfico.

Barrionuevo puede tener razón cuando dice que Sancristóbal era, entre otras muchas cosas, cleptómano. Pero fue un cleptómano tan afortunado que resultó premiado con Marconi. El guionista (o los guionistas) de esta película parece que se equivocaron.

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