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La lucha por la secretaría general

Sin pistas sobre el sucesor, en un ambiente de calma chica con relevancia dada por Aznar al segundo nivel del Partido Popular, el futuro Congreso –al margen de las revelaciones del converso Piqué sobre el patriotismo- queda centrado en la lucha por la secretaría general. El puesto clave para el diseño ulterior del proceso sucesorio. Arenas sorprendentemente se ha considerado a sí mismo con dotes y elevadas posibilidades de ser el nominado y es acusado casi sin excepción como el origen de las filtraciones para deteriorar a otros posibles candidatos y específicamente a Rodrigo Rato, quien ha protestado ante Aznar por este acoso interno, del que se han hecho eco socialistas como Jesús Caldera y José Blanco.

Arenas se ha convertido en un elemento de discordia. Quizás lo más inconveniente para una etapa postaznarista precisada de amplios consensos. Haciendo de la necesidad virtud, hace ahora de la falta de sintonía con casi todos los miembros de la dirección –menos Ana Mato- cuestión de gabinete para pretender foemar su propio equipo. Plantear tales exigencias desde los medios de comunicación –el último gesto del actual secretario general, fuera de las normas estrictas del aznarismo- ha enrarecido aún más el ambiente. Yo soy el partido, parece ser la máxima de Arenas, contradictoria con el patrimonialismo aznarista. La solución, en enero.


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