En contra de los siempre equivocados augurios de nuestros nunca demasiado bien ponderados progres y comunistas vergonzantes (el colectivo de resentidos contra Occidente), Osama ben Laden y sus secuaces, talibanes incluidos, no han mostrado la más mínima valentía personal. La lógica de su discurso es que Ben Laden y el mulá tuerto son quienes deberían de haberse inmolado en las Torres Gemelas, en vez de enviar a los descerebrados de turno, bastantes de los cuales, al parecer, ni tan siquiera sabían que iban a morir, con el regocijo del señor de la cueva por el engaño.
Tampoco envió a ninguno de sus hijos, de los que dice haber perdido la cuenta. En todo esto, dicho sea nada de paso, hay bastante de traumas infantiles por costumbres aberrantes como la poligamia.
El antiamericanismo políticamente correcto produce en redacciones y enviados especiales la desinformación casi absoluta. Así, durante las últimas semanas se nos está amenazando machaconamente con la guerra civil, también tras la toma de Kandahar. Otro mensaje tan falso como recurrente ha sido el de calificar a los talibanes y a los terroristas de Al Qaeda como las victoriosas huestes que combatieron contra los soviéticos, cuando fueron los mujaidines de la Alianza del Norte y el héroe Masud.
Ben Laden es un malvado, desde luego, pero en términos de valentía no pasa de ser un niño rico, con sueños califales, que paga a una corte de esbirros asesinos. No llega a señor de la guerra, es un ocioso dedicado a jugar con la vida de otros merced a la herencia recibida por la abrumadora cultura del pelotazo de la corrupta monarquía saudí.
Una tras otra, hemos visto rápidas rendiciones y abandonos tácticos en los que él y sus servidores han superado la velocidad mítica de los italianos en Guadalajara. El mismo atentado de las Torres Gemelas fue, como dijimos algunos, una diabólica chapuza, debida no tanto a la estricta planificación sino a la tolerancia y la buena fe, y también al deterioro del sentido común, de las sociedades abiertas, básicamente occidentales. ¡Si se formaron como pilotos en Miami! Junto a la infinita cobardía inherente al terrorismo, en combate, talibanes y benladistas pueden pasar a la historia como la gente más dispuesta a rendirse. Los más cobardes entre los cobardes. A todos supera Ben Laden con su máxima de rico sin escrúpulos: que se suiciden otros, los pardillos.
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