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Diana Molineaux

¿Crisis cachemira o demagogia pakistaní?

La enésima crisis de Cachemira es más dramática que peligrosa aunque, por muy impensable que indios y pakistaníes vayan a una tercera guerra por la disputada región, siempre que se juega con fuego existe el riesgo de incendio. A la vista de que desde la creación de India y Pakistán el problema de Cachemira se ha mostrado insoluble tanto por la vía de las armas como por la de las negociaciones, surge la pregunta de por qué ha estallado esta crisis.

Hay motivos para sospechar de Islamabad, donde el Gobierno militar ni ha logrado apaciguar el país con los dólares recibidos de Washington a cambio de su ayuda en la guerra del Afganistán, ni ha arrinconado a la oposición más demagógica. La fórmula demagógica de provocar una psicosis patriótica ante la amenaza de un enemigo exterior sirve para desviar la atención pública de la política nacional.

De momento a Islamabad le salen las cuentas, como se vio en la exhortación de Bush a la India, pidiéndole este viernes que reconozca los esfuerzos del presidente Mussarraf para detener a los terroristas. Pero en las naciones en vías de desarrollo y con culturas democráticas embrionarias, la capacidad de la opinión pública de centrarse en un tema suele ser muy reducida mientras que los empeños demoledores de la oposición son inagotables.

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