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Francisco Capella

La globalización colectivista

Los ideales comunistas no han muerto. Si Lenin deseaba que la revolución roja se extendiera por todo el mundo, sus herederos antiglobalizadores pretenden implantar el colectivismo a escala mundial. En realidad, no están en contra de la mundialización, lo que pretenden es utilizarla para imponer su agenda particular de socialismo y coacción a gran escala. Lo están demostrando sin tapujos en el Foro Social Mundial que se reúne estos días en Porto Alegre, Brasil (y no en Cuba o en Corea del Norte).

Como demostración del nivel intelectual y de rigor científico de la reunión, indígenas de diversas etnias participarán en una ceremonia en la cual invocarán a sus antiguos dioses para que la conferencia resulte auspiciosa. Lo cual va a ser difícil dado que entre sus participantes se encuentran las lumbreras habituales: Rigoberta Menchú, Noam Chomsky, Lori Wallach, Susan George...

Mucha solidaridad y camaradería, pero también hay pugnas internas, como por ejemplo por José Bové (declarado persona no grata en Brasil), arrasador de McDonalds y asaltador de plantaciones de biogenética, quien da mala fama a la causa. Es una lástima que sólo se fijen en su imagen y no en el daño que causa a los agricultores de los países más pobres con sus afanes de protección de los muy subvencionados campesinos franceses.

Eulogio Rivera, dirigente sindical chileno, pretende "una globalización alternativa en la cual los pueblos, a través de organizaciones democráticas, puedan decidir qué uso se da a sus recursos". Adiós a las personas individuales y a la propiedad privada. Hola a los pueblos y a la confiscación colectiva. Pero así como es relativamente fácil diferenciar entre distintas personas, convendría que los socialistas nos dijeran dónde acaba un "pueblo" y dónde empieza el siguiente. Y qué pasa si los "pueblos" deciden por mayoría eliminar a sus minorías o hacerse la guerra unos a otros, como ha sucedido a menudo en el pasado. Todo en nombre de un mundo más humano. Y es que la ignorancia y la violencia son muy pero que muy características de los seres humanos. Aunque, naturalmente, otro mundo es posible, un mundo inteligente, libre, pacífico, tolerante y responsable. Posible pero difícil. Es la lucha eterna de la paz contra la violencia, del capitalismo contra el comunismo, del realismo contra el fanatismo, de la razón contra la superstición.

Rivera afirma que "el caso de Argentina es una metáfora del poder destructor que alcanza la ideología del libre mercado cuando se ceba en un país". Es una lástima que Argentina no haya tenido apenas un mercado libre, y sí mucho estado corrupto. Pero un fanático no deja que la realidad le estropee sus falacias favoritas. Quiere "desarticular la conspiración que están fraguando los bebedores de champaña y los degustadores de caviar". Me pregunto si Fidel Castro consume espumosos o huevas de esturión.


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