Vamos a suponer que un joven activo y rebelde de provincias ha escuchado en la radio que existe una convocatoria para organizar un "megabotellón" en Madrid. Sabe además que van a participar en el sarao dinámicos voluntarios de la kale borroka. El papá de este joven le ha instalado una potente ADSL para que la educación del chico corra pareja con los signos de los tiempos. El muchacho se encuentra motivado. Quiere participar. Desea arrear un par de potentes "viajes" a su hígado y, qué demonios, incluso ligar. Así que conecta el ordenador, se va a Google y escribe "megabotellón".
Para su desolación, ¡sólo aparecen dos míseros resultados!. Uno de ellos, un anuncio del whisky William Lawson (sic) y el otro, una web de mensajes de un particular, Chony830 que se queja de las obras y el ruido de Madrid, por lo que un interlocutor le contesta que propone "montar un megabotellón para, acto seguido, coger pico y pala y levantar todo el empedrado de la Plaza de la Villa". El asunto ya es bastante bestia de por sí, pero de juerga, kale borroka y ligue, nada de nada.
Sin sentirse desalentado, nuestro simpático héroe acude de nuevo a Google y esta vez escribe: "Macrobotellón". Su tenacidad se ve recompensada con una buena cantidad de resultados: el primero, un acto social que reunión a 7.000 borrachos en la Plaza Mayor de Cáceres, el segundo, una declaración del Defensor del Menor, asegurando que la convocatoria que busca el protojuerguista "no tendrá consecuencias" y los siguientes, de la web de La Razón y de El Mundo, con vídeo incluido, confirmando que participarán los de la kale borroka y que los vecinos sienten miedo. A estas alturas, al chico ya no le interesan todas estas cosas. Ya las había escuchado en la radio. Él quiere los pormenores: ¿Irán chicas? ¿Cómo conviene ir vestido? ¿Hay algún ritual de comportamiento o lingüístico a tener en cuenta? En definitiva, ¿cómo quedar bien?
Todavía con esperanzas, el cibernauta abre la segunda página de resultados del motor de búsqueda y se encuentra con cinco resultados más... de botellones pasados. Lo verdaderamente interesante es que sólo conoce la existencia de ese hipotético acto social... ¡a través de los medios de comunicación habituales! ¡Le han facilitado más información el Defensor del Menor y el alcalde de Madrid que sus colegas potenciales!
En el momento de escribir estas líneas todavía faltan unas horas para que el acontecimiento tenga lugar. Les diré lo que va a suceder: los grupos activistas, que son los únicos que se encuentran relacionados entre sí de antemano, se movilizarán de un lugar a otro, torearán a la policía mediante las técnicas de guerrilla urbana al uso (es decir, coordinando sus desplazamientos a través de teléfonos móviles). La policía detendrá a algunos rompefarolas (y rompelunas, y rompecajerosautomáticos y rompeloquesea) durante un ratito. Miles de hígados seguirán su inexorable curso hacia la cirrosis y no ligará prácticamente nadie.
Y la verdad es que Internet está para otras cosas.
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