Tocaba devolverle todo lo que ella nos ha regalado en estos cinco meses. Y en un alarde de generosidad, como la que ella nos ha mostrado tantas veces, los telespectadores votamos en masa por la granadina. Hemos leído mil veces que nunca habíamos visto un fenómeno como el de Operación Triunfo. Pero lo que no habíamos visto jamás era un fenómeno como el de Rosa.
Su fuerza de voluntad, su amabilidad, la sencillez de una mirada que siempre parece decir ayúdame, y la modestia ante grandes cantantes –que jamás le podrían hacer sombra– ha hecho que España se vuelque con una mujer que es mucho más que una inmensa voz, Rosa representa muchos de los ideales de nuestra juventud.
No tengo dudas. Sé que Rosa arrasará en Eurovisión. Pero si no lo hace –en el Eurofestival todo es posible–, habrá conseguido estar a la altura de los grandes. Ni Julio Iglesias, ni Raphael, ni Mocedades, ni San Basilio lo consiguieron y durante décadas han sembrado nuestras vidas de historias musicales. Tendremos Rosa para rato, afortunadamente. El huracán no ha hecho más que empezar.
Rosa, con 22 años, ya es la estrella por la que muchos luchan toda una vida. Será porque unos nacen con la estrella dentro y un día u otro empieza a brillar y nos deslumbra, será porque nos ha robado el alma para hacer con ella un homenaje al soul o será que nos aferramos a su éxito para comprender que todo es posible cuando uno se lo propone...
Hace poco estuve en Granada. Y después de pasar por la casa y la vida de los López, a esa hora en la que los naranjos empiezan a destilar su aroma, uno no sabe si quedarse con Rosa o con La Alhambra. Quizá uno se quede con todo sin saberlo pues entre las históricas murallas de La Alhambra suenan los ecos del alma de Rosa y en la voz de Rosa están la potencia y el embrujo de los muros de La Alhambra.
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