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Ya sabrán vuestras mercedes que hubo un tiempo en que las grandes potencias, cuando querían fastidiarse sin perder las apariencias, enviaban a sus marinos a asaltar las posesiones enemigas de una forma digamos informal. Les daban patente de corso y las bendiciones correspondientes, y cuando éstos volvían cargados de botín cobraban su parte. Por supuesto, de cara a la galería, negaban enfáticamente tener nada que ver en el asunto. O, como diríamos hoy, no tenían constancia oficial.

En la actualidad, el Caribe se ha trasladado al ciberespacio. Cierto es que a la mayoría de los hackers les molesta que les consideren piratas, pero el hecho es que haberlos, haylos. Y no hay más que comprar cualquier película en video para comprobar cómo las empresas del ramo se preocupan de la nueva piratería. Antes de que tus hijos puedan ver la última de los teleñecos, se tienen que tragar el aviso a navegantes en el que se advierte de las desgracias que amenazan a quienes osen abordar sus navíos. La principal artillería es del calibre 270, que es el número del artículo del Código Penal que castiga los delitos relativos a la propiedad intelectual. Claro que a veces es pólvora mojada, ya que se exige ánimo de lucro y perjuicio a terceros. Pero basta con ocultar esa minucia, y colgar el cartel de aviso. Más allá de aquí, monstruos.

Eso para los piratillas de medio pelo. Pero cuando las potencias multimedia se dedican a la lucha corsaria, las consecuencias pueden ser espectaculares. En algún lugar de California se está decidiendo el futuro de toda una industria. Los contendientes: los grupos mediáticos Canal + y NDS. El botín: varios miles de millones de dólares.

El meollo de la cuestión es la tecnología MediaGuard de tarjetas inteligentes que protege el negocio televisivo de Canal Plus. En 1.999 comenzaron a aparecer tarjetas de Canal + falsificadas. El año siguiente, el mercado italiano estaba inundado de estas tarjetas, y en la actualidad es más fácil bajarse un programa descodificador por Internet que pedir una pizza por teléfono. Una vez más, una tecnología que se creía invulnerable fue puesta en ridículo por un pirata informático.

¿O sería un corsario? Las investigaciones de Canal + les llevaron a la sorprendente conclusión de que el pirata no actuaba por libre, sino que formaba parte de un complot urdido por uno de sus rivales, el grupo NDS.

La acusación formulada por Canal + es la siguiente. En 1.998, NDS envió las tarjetas inteligentes a un laboratorio de Israel con el fin de que sus técnicos extrajesen el software insertado en ellas, cosa que consiguieron a finales de año. A comienzos de 1.999, NDS usó esos datos para descargar el software necesario para controlar la señal televisiva, en un archivo que posteriormente envió a su filial norteamericana. Desde allí fue transmitida a una página web (llamémosla X) donde se publicó el 26 de marzo. El objetivo: desprestigiar y sabotear el trabajo de Canal +, su inmediato competidor. NDS se enfrenta a ocho violaciones de las leyes de California y de los Estados Unidos: violaciones de copyright, competencia desleal, interferencia y conspiración civil. Cantidad en juego: cualquiera por encima de los tres mil millones de dólares. Toda una flota de Indias.

Como pueden imaginarse, los demandados no se han quedado mano sobre mano. El presidente de NDS, Abe Peled, anunció la intención de presentar una contrademanda. No contento con ello, añadió sal a la herida afirmando que las tarjetas de Canal Plus sencillamente no son efectivas frente a contramedidas. Según Peled, "el problema se debe solamente a la naturaleza inferior de la tecnología de Canal Plus". Item más, NDS afirma que en Diciembre de 2.001, Canal Plus entabló negociaciones con NDS para fusionar ambas compañías, y que usó su "argumento sin fundamentos" para obtener ventajas en el proceso. La versión de Canal Plus es que pretendieron un acuerdo amistoso una vez descubierta la conspiración del grupo rival.

El caso es que Canal + ha presentado una demanda multimillonaria contra su principal competidor, pero de momento no ha presentado prueba alguna. Es de suponer que tendrá preparada su artillería, porque la acusación, de ser cierta, se convertiría de largo en el mayor caso de espionaje industrial de la historia. En juego está nada menos que el futuro del mercado mundial de la televisión de pago, un negocio cuyo control supondría beneficios capaces de hacer palidecer al sultán de Brunei. Si añadimos las personalidades, ejem, –¿cómo lo diría para que ninguno me demande?–, polémicas de los presidentes de ambos grupos televisivos, sus ambiciones hegemónicas e incluso la tradicional rivalidad entre naciones (el grupo NDS pertenece a News Corporation, controlada por el británico Rupert Murdoch; Canal + forma parte de Vivendi, propiedad del francés Jean Marie Messier), obtendremos un paisaje corsario de lo más pintoresco.

¿Qué versión será cierta? ¿Es todo un montaje de Canal + para justificar la pifia de sus tarjetas? ¿Está el grupo Media detrás del mayor sabotaje industrial de los últimos años? Hagan una porra y apuesten. De momento, la propia web de www.dr7.com ha hecho una encuesta. De momento, el veredicto de culpabilidad por parte de NDS supera al de inocencia por tres a uno. Pero las cosas no son siempre lo que parecen. Este gran enfrentamiento no ha hecho más que empezar. Siéntense y observen.


Arturo Quirantes edita la página Taller de Criptografía.

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