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Enrique de Diego

4. Eusko Alkartasuna, ¿la heredera de Batasuna?

Carlos Garaicoetxea acaba de publicar un libro con muy serias imputaciones contra Xabier Arzalluz. Desvela, tras su defenestración como lehendakari, una operación casi de Estado a la que se habría plegado Arzalluz. Lo de menos es la denuncia en sí. Lo de más es el hecho de que sobre el libro y sus acusaciones ha caído una estruendosa conspiración de silencio. Desde el partido que él fundara no se ha dado respaldo, ni se ha abierto el debate.

Esa anécdota adquiere caracteres de categoría respecto a la sumisión en la que hoy vive EA respecto al PNV. Conviene recordar que las últimas elecciones del 13 de mayo de 2001 no significaron un avance del nacionalismo, sino un retroceso. El nacionalismo como tal, en la votación con mayor participación de la historia de los comicios, descendió dos puntos. La apariencia de victoria se estableció sobre un acierto estratégico: la concurrencia en listas únicas de PNV y EA, algo que ya se había ensayado en las elecciones municipales de 1999.

Pero la lógica de ese proceso o es la unión de nuevo de los dos partidos o el intento de EA de justificar su existencia como heredera de Batasuna, mostrando que el trasvase de votos en el 2001 fue a través de su puente. La firma de una propuesta para solicitar a Eta una nueva tregua, relanzando Estella, con los grupos escindidos de Batasuna, va en la segunda dirección.

La primera tiene el inconveniente de que lo que es activo en una negociación de listas conjuntas –sumar– puede convertirse en pasivo en un acuerdo de fusión, porque estaríamos ante una especie de absorción, en la que el PNV tendería a eliminar un competidor sin permitirle su supervivencia –mucho más peligrosa– en el interior.

EA parece dispuesta a tender a radicalizar su mensaje, situándose en la posición de motor del independentismo y detentadora de las esencias autodeterminadoras. Mas ese intento de buscar su propio perfil conduce más bien a la lógica de un distanciamiento del PNV, por lo menos en lo que se refiere a concurrir en solitario a la cita electoral de las municipales.

Por su parte, el PNV se encuentra en la cómoda posición de quien, teniendo una posición parlamentaria inestable que hubiera llevado a un importante desgaste, de pronto se encuentra con el partido que pidió el voto para la alternativa –el PSE– se ofrece como sostén de la gobernabilidad.

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