No hay película futurista en la que no se muestre algún tipo de identificación de alta tecnología. Barrido del iris, registros vocales, ADN, huellas de la mano, microchips injertados, la lista es muy amplia. Pero los guionistas de Hollywood no tienen que cavilar mucho. Hay en desarrollo innumerables técnicas de identificación. Y no creo que se sorprenda usted mucho si le digo que muchas agencias de diversos gobiernos están deseando implantarlas, por no hablar de las empresas que las fabrican.
El aeropuerto de Amsterdam fue el primero en apuntarse a la moda del etiquetado humano, con un sistema de identificación de pasajeros mediante el iris que les permite en teoría viajar seguros. Por supuesto, eso no es garantía, aunque al viajero así se lo parezca. Hace falta una base de datos fiable para verificar si una persona puede ser autorizada a volar, o si por el contrario ha de ser detenida. ¿Acaso los terroristas del 11S se sometieron a un test de identificación, escribiendo la palabra "terrorista" en el apartado de profesión? No, se limitaron a pasar desapercibidos como ciudadanos normales. Llevaban pasaportes, tarjetas de embarque y carnets de identidad, y algunos incluso fueron filmados por las cámaras de vigilancia. El reconocimiento del iris no hubiera servido para nada.
Pero supongamos que, de algún modo, conseguimos construir una base de datos biométrica de todos los ciudadanos, donde los criminales y sospechosos queden claramente identificados como tales. ¿Podremos respirar ahora tranquilos al subir al avión? Respuesta negativa. Al contrario de lo que las empresas del ramo proclaman, los sistemas de identificación no son varitas mágicas.
La empresa Iridian afirma que su sistema de identificación mediante iris tiene una tasa de éxito del 99.5 por ciento, pero un estudio del Departamento de Defensa rebaja esta tasa al 94 por ciento. Eso significa que el 6 por ciento de las personas podrán ser confundidas con otra, o peor, con un terrorista. ¿Se imaginan cuánto tardarán los guardas de seguridad en pasar olímpicamente cada vez que la maquinita suelte el pitido de aviso? Puede que atrapen al terrorista por pura casualidad, pero a menos que vaya vestido igual que Ben Laden lo más probable es que se limite a poner cara de persona amante de la ley y la dejen pasar.
La tecnología de reconocimiento facial parece más prometedora. No siempre tienes a mano el iris del enemigo, pero casi siempre puedes fotografiarlo. Teniendo en cuenta que tan sólo el Reino Unido tiene más de dos millones de cámaras de vigilancia, seguro que tarde o temprano cazaremos al malo.
Lástima que la tasa de fallos sea aún más impresentable que la del iris. En pruebas realistas, el sistema Visionics ni siquiera logró identificar una persona como tal la mitad de las veces. Cuando lo hizo, logró ubicar un rostro entre diez ... el 81 por ciento de las veces. Una prueba distinta de otro sistema fallaba tanto que para atrapar al 90 por ciento de los terroristas hacía sonar la alarma ¡una de cada tres veces! Con una tasa de falsas alarmas así, resultaría más fiable preguntar al viajero "¿es usted un terrorista?" Con un poco de suerte, podemos pillarlo cansado y nos revelará la verdad.
Está bien, vayamos un paso más allá. Digamos que construimos una base de datos perfecta, y supongamos que los criminales son lo bastante tontos como para dejarse tomar huellas, fotografías del rostro y del iris. Tomamos los sistemas más avanzados de reconocimiento de iris, rostro, huellas dactilares, y lo combinamos todo. Ahora nuestro sistema dará falsas alarmas solamente una vez de, digamos, cada diez mil. ¿Estaremos ahora seguros? Sí, a condición de que no hagamos números.
No sé cuántos terroristas aéreos hay por ahí, pero digamos uno cada diez millones (tampoco se están cayendo aviones todos los días). Eso significa que, en promedio, de cada diez millones de pasajeros controlados, uno será un terrorista ... y otros 9.999 serán ciudadanos honrados víctimas de una falsa alarma. Así que nos gastamos una fortuna en maquinaria, técnicos, vigilantes cualificados, bancos de datos, y acabamos con un sistema que falla más que una escopetilla de feria. De acuerdo, algunos podrán pensar que diez mil falsas alarmas por cada terrorista atrapado podría ser una molestia aceptable. Pero seamos realistas. No se puede mantener una vigilancia permanente en todos lugares y a todas horas. Quien haya hecho garita en la mili que recuerde: los primeros cinco minutos, todo atención ... y a la media hora ya estamos contando las hojas del suelo y esperando el relevo.
Ya me imagino al guardia de seguridad frente al terrorista. Siete de la tarde, han pasado miles de pasajeros, suena otra alarma. Leches, ya ha vuelto a saltar la maquinita. Echemos un vistazo. No tiene pinta de terrorista. Traje elegante, bien afeitado, maletín en mano. ¿Me permite, caballero? Todo parece normal, el pasaporte está en regla. Veamos el detector de metales, también en orden. Un instante de vacilación por parte del guardia, y después la autorización. Está bien, pase usted, ya sabe, un control rutinario. Nota mental: ¡peste de cacharro! Ya podían haberse gastado el dinero en aumentar la plantilla, que aquí no damos abasto, y yo llevo aquí todo el día como un XXX y sin cobrar horas extras. Vamos, el siguiente, que es para hoy.
La verdad, al oir los grandilocuentes planes que nos preparan para que nos sintamos seguros, siempre me parece que alguien ha visto demasiadas películas. ¡Alerta roja, todas las unidades converjan en el sector siete, hemos detectado al sospechoso! Claro que en las películas, el malo siempre pasa por la inspección de seguridad con una sonrisa en los labios. Lleva un pasaporte robado, ha grabado la voz de un usuario autorizado, tiene su tarjeta de acceso o le ha arrancado el ojo, el caso es que nunca lo pillan. Menos mal que en las pelis se molestan en ponernos la música de "ojo, que viene el malo". Y además tiene cara de malo. O sonrisa de malo. O voz de malo. Lo dicho, alguien debería ver menos películas y leer un poco más.
Enlaces:
Biometrics: Truths and Fictions.
Biometrics in Airports.
Your Face Is Not a Bar Code.
Arturo Quirantes edita la página Taller de Criptografía.

Mi cara es mi pasaporte
En Tecnociencia
0
comentarios
Servicios
- Radarbot
- Curso
- Inversión
- Securitas
- Buena Vida
- Reloj Durcal