Uno de los problemas de la nueva sociedad de la información consiste en que hay demasiada. Cualquier bulo o rumor se propaga a la velocidad de la luz, creciendo y distorsionándose por el camino. El afán de notoriedad, unido al efecto "cuando el río suena" hace que, en ocasiones, cualquier parecido con la realidad sea pura coincidencia.
Un ejemplo de esto es la relación entre los terroristas del 11 de septiembre y la técnica denominada esteganografía. Consiste ésta en ocultar mensajes en archivos digitales de sonido o fotográficos. Una leyenda urbana, convertida ya en ley no escrita, afirma que los archivos que pululan en Internet están llenos de mensajes ocultos, dirigidos a terroristas, narcotraficantes y demás indeseables. ¿Qué hay de cierto?
Pues no gran cosa. Si uno se preocupa en rastrear la información hasta las fuentes originales, descubre una sorpresa tras otra. Cuando el diario USA Today informó el 5 de febrero sobre la relación existente entre Bin Laden y la esteganografía, añadió la coletilla de "según ciertos funcionarios", lo cual a fin de cuentas no es sino una manera de cubrirse las espaldas si la noticia resulta no ser cierta. Y aunque no había ni una sola prueba al respecto, se convirtió en palabra de Dios para todos los seguidores de lo que mi colega "Maky" denomina genialmente "periodistas de copypaste".
El 18 de octubre pasado, el Pentágono dio un aviso sobre un inminente ataque biológico por parte de Al Qaeda. Se basaban para ello en un análisis efectuado por un antiguo funcionario de la NSA. El "análisis" consistió en el estudio de los cuadros de una pintora libanesa, en cuya página web aparecía la carta de un fan que tenía el mismo nombre que uno de los secuestradores del 11-s. Con tan tenue vínculo, se concluyó que un ataque biológico estaba siendo planeado. Vamos, como si Patxi fuese a Madrid a ver el Gernika y, como consecuencia, concluyésemos que ETA iba a atentar contra el estadio Bernabéu con bombas termobáricas.
De chiste. Pero si ustedes no leyesen este artículo, jamás podrían reírse de él. Yo mismo no lo sabría de no ser por el excelente trabajo del periodista de investigación Duncan Campbell. Él escribió la historia en un diario online alemán (cuya traducción al inglés les recomiendo).
No fue la primera vez, ni será la última, que las noticias se deforman. ¿Quiere pruebas, señor Quirantes? Pues ahí van. El New York Times citó el pasado 30 de octubre a tres expertos, quienes afirmaron que la esteganografía está siendo usada por los terroristas. Claro que uno de esos expertos es un antiguo miembro del Ministerio de Defensa francés; otro se limita a decir que "no tiene razón para creer que Al Qaeda no está usando esteganografía". Ninguno de los dos aporta ninguna prueba. ¿Y el tercer experto? Se trataba del presidente de Wetstone, una empresa de software. Su empresa analizó cierto número de imágenes de eBay, y a partir de ahí concluyeron que el 0,6 por ciento de las imágenes en toda la Internet contienen mensajes ocultos.
Ahora, vamos con la versión B. Lo que el análisis de Wetstone detectó no fueron los mensajes en sí. Sencillamente, buscaron pruebas de tipo estadístico. Un archivo parece haber sido distorsionado, así que se concluye que tiene un mensaje oculto. No les pidan que les lean los mensajes ocultos que han hallado, porque no podrán. Las imágenes de telediario en las que aparece una foto de Epi y Blas, y tras pulsar una contraseña aparece un mensaje amenazador, es sencillamente una recreación para los medios informativos. No es casualidad que Wetstone trabaje para la Fuerza Aérea de EEUU, y que por tanto tenga mucho interés en elevar las ventas de su Stego Watch gracias a "pruebas" de la existencia de mensajes ocultos en Internet.
Si quieren pruebas, puedo indicarles un artículo de investigación de Niels Provos, creador de uno de los mejores métodos de búsqueda de mensajes ocultos. Poco antes del 11-s acabó un estudio exhaustivo de dos millones de imágenes con un equipo de la Universidad de Michigan. Número de mensajes esteganográficos hallados: cero. Al menos, el NYT cita este estudio en un párrafo de cuatro líneas. Pero cuando los periodistas se copian unos a otros (lo que eufemísticamente se denominan "fuentes consultadas por esta redacción"), el resultado final es una afirmación lapidaria, aparentemente incontestable pero con cimientos de barro.
Y es que somos así. Alguien se inventa que Nostradamus predijo la caída de las Torres, y hasta Angels Barceló se tragó cebo, anzuelo y sedal. Otra leyenda urbana ha nacido. Creo que voy a ir diseminando mi teoría sobre los intereses que se ocultan tras el despliegue de tropas españolas en Afganistán, como los de la empresa Chupa-Chups y su afán por abrir mercados en Asia. Quién sabe, quizá acabo publicando el libro y todo.

Ecos del 11S: Los mensajes ocultos
En Tecnociencia
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