Uno de los trucos favoritos que usan los legisladores consiste en cambiarle el nombre a las cosas. Bueno, en realidad eso lo hacemos todos. Ahora a los moros los llamamos magrebíes, aunque vengan de Angola. Los presos son internos, los ciegos son invidentes, los países subdesarrollados son emergentes. Todo vale con tal de borrar la mala imagen. Por supuesto, otra cosa es resolver el problema.
Hace un par de años unos documentos titulados Enfopol levantaron ríos de tinta. Se trataba de un conjunto de requisitos técnicos que las policías europeas solicitaban como instrumento para hacer su trabajo. Bajo el nombre de “interceptación legal de las comunicaciones” nos explicaban qué, cuándo y cómo querían nuestros mensajes, en términos tan extensos y precisos que solamente dejaban fuera las palomas mensajeras. El revuelo que se armó fue de tal calibre que los responsables europeos tomaron una enérgica decisión: el término interceptación o intervención ya no era políticamente correcto. A partir de entonces, todo lo relacionado con los pinchazos electrónicos (legales, por supuesto) llevaría el nombre de “tecnologías avanzadas.” Así se asusta menos a los ciudadanos que van a ser interceptados y se complica la vida a las moscas molestas que zumban en busca de la verdad.
Ahora, en plena presidencia española de la UE, aparece otro eufemismo. El delegado del Plan Nacional sobre Drogas ha anunciado por segunda vez la creación del Observatorio de Nuevas Tecnologías. Se supone que su propósito es evitar que el crimen organizado aproveche ventajas tales como las comunicaciones electrónicas, las tarjetas prepago o la banca por Internet. También se preocupará de adaptar este tipo de tecnologías al trabajo policial. El problema viene cuando, confiados, nos creemos que solamente se atacará el crimen organizado. Sin duda, habrá que evitar que los Miñancos del mundo usen la red o la banca electrrónica para sus actividades. Pero he visto los suficientes proyectos, leyes y borradores como para no caer en la trampa.
Siempre sucede igual. Se piden poderes para luchar contra una causa noble (parece que ahora la excusa de la pornografía infantil ha caído en desuso), se obtienen, se usan ... y se abusan. Otorge a la policía la posibilidad de pinchar correos electrónicos para luchar contra el narcotráfico hoy, y los tendrá mañana husmeando a los grupos antiglobalización, los pro-legalización del cannabis, el movimiento okupa y el partido carlista. Triste, pero por desgracia habitual. Probablemente ellos piensen: si es una herramienta excelente, ¿por qué no usarla? Y tenemos que volver a explicarles todo ese rollo de la libertad individual, la privacidad y la presunción de inocencia.
Y me dejo lo mejor. Una de las perlas que nos espera es un Centro de Alerta e Investigación Tecnológica a nivel europeo. Será, según sus creadores, una “figura preventiva contra el cibercrimen.” Parece que ahora no se esperan a que se comentan los delitos, sino que actúan antes de eso. Bueno, también se suponía que la nueva policía europea, Europol, iba a ser un mero instrumento de coordinación policial, que tendría competencias limitadas, escasos poderes ... y ya les contaré un día de estos.
Por cierto, ¿les he comentado que el Centro de Alerta estará ubicado en la mismísima sede de Europol, en La Haya? Caray, casi se me olvida. Qué cabeza la mía.

Observatorios privilegiados
En Tecnociencia
0
comentarios
Servicios
- Radarbot
- Curso
- Inversión
- Securitas
- Buena Vida
- Reloj Durcal