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Operación vigilancia infinita

"¿Y si ni siquiera quieren al jeque? ¿Se le ha ocurrido eso? ¿Y si lo que en realidad quieren es vernos hacinar a críos en estadios, tal como lo hacemos, y poner soldados en las calles, y que los americanos se miren con recelo, amañar la ley, reducir la Constitución en pedacitos? Porque si lo torturamos, general, si hacemos eso, todo por lo que hemos sangrado, y peleado, y muerto, se habrá acabado. De hecho, ya han ganado" (de la película Estado de sitio, 1.998).

Los historiadores del futuro no necesitarán ver ninguna foto de las Torres Gemelas desplomándose para concluir que algo gordo pasó el 11 de Septiembre de 2001. Esa fecha marcó un hito no solamente en la política y la economía, sino en las propias relaciones existentes entre gobernantes y gobernados. De repente, los ciudadanos de los países libres nos hemos convertidos en presuntos cómplices del terrorismo. No es necesario apoyar decididamente a Osama y su cuadrilla, o a los descerebrados del tiro en la nuca. Basta una tímida protesta en nombre de la libertad.

En estos momentos, los supuestamente expertos en seguridad nos preparan todo tipo de etiquetas digitales. Las calles se están llenando de cámaras de vigilancia que en un futuro próximo podrá captar nuestros rostros, procesarlos y verificar si estamos siendo buscados como delincuentes, presuntos o no. El Gobierno de la libertad duradera, envalentonado por los poderes que le han sido concedidos, da los primeros pasos para la imposición de un carné de identidad (hecho inaudito en los liberales EEUU) y para la restricción de la criptografía en nombre de la seguridad. Asociaciones civiles que protestaban contra las granhermanescas capacidades del aspirador electrónico Echelon ahora lo defienden como un mal necesario.

¿Recuerdan esas películas futuristas donde los ciudadanos llevan un chip injertado en la piel? Pues la compañía Applied Digital ya ha recibido permiso de la agencia sanitaria norteamericana (FDA) para probar un chip de identificación subcutáneo. La tecnología está aquí, no es un proyecto. Dentro de poco, implantes alimentados por el propio cuerpo permitirán el seguimiento de una persona, su rastreo mediante GPS y su catalogación médica, personal y fiscal.

No se engañen. La lucha contra el terrorismo no es la necesidad de tanto etiquetado y seguimiento, sino tan sólo la excusa. Los planes que ahora se hacen para interceptar las comunicaciones, patrullar Internet, censurar y controlar llevan mucho tiempo en la palestra detenidos por la presión popular. Pero ahora, nuestros vigilantes tienen un cheque en blanco para construir su mundo feliz. Quien se oponga, o simplemente discrepe, es un enemigo de la libertad y le hace el juego a los terroristas. Antes fue el peligro del fascismo. Y antes, el del comunismo. Y antes, el del anarquismo. Siempre es útil tener un enemigo a mano.


Arturo Quirantes edita la página Taller de Criptografía.

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