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Federico Jiménez Losantos

Polanco, entre los sucesores de Aznar

Que después de la Guerra Digital, después del linchamiento –ese sí prevaricador– del juez Liaño por el felipismo judicial, después de haber impedido Aznar personalmente por dos veces la fusión Prisa-Telefónica con Cándido Velázquez y con Juan Villalonga, después de haber impedido Rodrigo Rato fusiones infinitamente más insignificantes como Endesa-Iberdrola y hasta las modestísimas alianzas de Hidrocantábrico, que nadie, ni el presidente del Gobierno ni sus tres sucesores o delfines –Rajoy, Rato y Mayor– tengan nada que decir; peor aún, que eviten decir una sola palabra en público, la que sea, sobre la absorción de Vía Digital por Sogecable muestra una cosa sustancial y que cambia radicalmente el panorama político nacional. Polanco no es el sucesor de Aznar –por su desmesurado e incontrolado poder personal es más bien el sucesor o continuador de Franco–, pero está entre sus sucesores. ¿Por qué? Pues porque los sucesores están con él.

Para probarlo basta hacer la pregunta inversa: ¿está alguno de ellos contra Polanco? No. Se ha acercado algo de los tres presidenciables a una leve semejanza de cautela o precaución ante el suceso? No, ¿verdad? Pues entonces, está claro que todos cuentan con alcanzar la sucesión por la decisión de Aznar y, además, con el favor de Polanco. Lo de hoy y lo de mañana. Los dos poderes fácticos, uno legítimo y otro menos, que va a dejar Aznar en España para cuando se vaya. El hecho es tan importante que merece primero, constatación. Y una vez asimilado el hecho será el momento de atreverse a comentarlo. Porque la “Ley del Silencio” sobre Polanco ya no sigue sólo en el PSOE, sino en el PP. Esa es la prueba de que la Era Aznar toca a su fin. Y antes de lo que muchos esperaban y casi todos pensábamos. Incluso el mismo presidente, que parece, como en sus famosas “pájaras”, absolutamente sobrepasado por El Acontecimiento.

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La revancha de Polanco, 1

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