Menú

No sé si había ambiente para una reforma del subsidio de desempleo, pero desde luego no lo hay para una huelga general. No es una demanda social, sino el chantaje de una nomenklatura privilegiada que vive de los presupuestos públicos. Esa minoría no sólo parasita de los contribuyentes, además, sus privilegios alcanzan hasta la utilización de la violencia al margen de cualquier consideración delictiva.

Tanto los datos de la encuesta del CIS, como los comentarios de la calle, señalan que la preocupación ciudadana no estriba en el éxito o no de la huelga, ni tan siquiera en el debate sobre sus razones, sino en la sospecha de que no se respetarán los servicios mínimos por la violencia mafiosa de los pésimamente llamados “piquetes informativos”. La gente tiene miedo a los sindicatos como si de vulgares matones de barrio se tratara. Y no le falta razón.

Es obvio que en la sociedad de la información la existencia de tales piquetes es innecesaria, salvo con esquemas periclitados de Chicago en los años treinta. Tales piquetes se preparan con clavos, pegamento y objetos para pinchar ruedas. Como se ve, material informativo de primera necesidad. Si grupos de extrema derecha adoptaran los medios utilizados por las huestes de liberados de Cándido Méndez y José María Fidalgo no sólo cosecharían la lógica repulsa pública, además serían detenidos sin contemplaciones por la Policía.

Parece, sin embargo, que la coacción ejercida por los defraudadores de la PSV tiene alguna extraña virtud que a algunos se nos escapa. A pesar de los avances en la responsabilidad civil, vemos que los sindicatos están exentos de cualquiera por los desperfectos que causan. Las recientes huelgas del transporte en Madrid y Barcelona han superado los niveles de conflicto de orden público ante la desidia de los poderes públicos.

El Gobierno tiene buena parte de la responsabilidad de esta huelga general, pero por haber mantenido los privilegios sindicales, incluso por haberlos aumentado. La tiene por mirar hacia otra parte cuando los sindicatos ejercen de mafias subvencionadas, entrando de lleno en el terreno del delito.

Mucha gente se está preguntando por qué los sindicatos viven de los contribuyentes, en vez de hacerlo de las cuotas de sus afiliados. Porque son mafias subvencionadas, más que sindicatos de servicios.

En Portada

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal