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Que levanten la mano todos los que nunca hayan tenido problemas con un avión. Nos pierden las maletas, se retrasa el vuelo, lo cancelan, o puede que todo junto. Yo tengo algunas historias de pesadilla aérea, pero me las guardaré para mí porque seguro que ustedes tienen las suyas propias.

Tal vez por eso puede que no les llamase demasiado la atención una serie de retrasos y cancelaciones que tuvieron lugar a mediados de mayo pasado. Por motivos desconocidos, el sistema paneuropeo de control de vuelo de Eurocontrol falló, simple y llanamente. No me pregunten por qué los sistemas de respaldo no funcionaron adecuadamente, ni cómo es posible que toda una red de control de vuelo se venga abajo por una avería informática. Pero el caso es que lo hizo. Y sin torres de control que se caigan, o computadoras que vuelen en pedazos por un choque de trenes. Un cuelgue y listo. Reinicie el sistema. Y a los que le pille en vuelo, buena suerte.

Todos hemos sufrido fallos informáticos (aquí no hace falta preguntar siquiera). Entre cuelgues, pantallazos azules, cruce de datos, sectores defectuosos y mil quinientas más, raro es el ordenador que no se ha venido abajo, o el usuario que no ha perdido datos. Al propio Bill Gates el ordenador le escupió un pantallazo azul en plena presentación mundial de su Windows 98. Pues parece que a Eurocontrol le pasó lo mismo. Y los tíos se quedan tan tranquilos, como si nada, nos sueltan la excusa de la avería informática, y nadie pestañea.

Resulta cuando menos paradójico que los estudios de amenazas sobre "ciberataques", con los que según parece pierden el sueño los militares, siempre incluyen la amenaza de un ataque informático contra los sistemas de control de vuelo. En la peli Jungla de Cristal II, eso es lo que sucede. El malo toma el control de los sistemas del aeropuerto y estrella cualquier avión que le caiga gordo. Si hubiesen capturado a un talibán con conocimientos de informática, seguro que el FBI habría puesto en máxima alerta todos los puestos de control de tráfico aéreo, no vaya a colarse un virus o algo así. Pero en el viejo continente somos más originales. Nada de ataques terroristas, con un cuelgue informático nos bastamos. Tal vez los talibanes europeos están peor de financiación.

O tal vez haya algo más que un simple error. Sé por experiencia propia que cambiar un programa informático siquiera en detalles pequeños puede desencadenar mil y un problemas. Por eso me llama la atención una noticia de enero según la cual los aviones van ahora más cerca en el cielo que nunca. Se trata de una estrategia para descongestionar los cielos europeos, consistente en reducir la distancia entre los aviones. Puesto que eso significa tener más aviones que nunca en vuelo, me pregunto si no sería esa una causa del cuelgue de mayo. El sistema de Eurocontrol estaba diseñado para permitir un máximo de 600 metros de distancia vertical entre aviones, y ahora quieren que ese sistema funcione con distancias máximas de 300 metros.

¿Y si el sistema, sencillamente, no funciona bien bajo esos parámetros? Quienes hayan leído Hacker Crackdown de Bruce Sterling recordarán cómo una redirección incorrecta en un bucle de una subrutina fue capaz de echar por tierra todo el sistema telefónico de la AT&T. Fallos de los que se dan raramente acaban por suceder cuando se dan las condiciones adecuadas. No tengo evidencias de que esto haya sido así, pero es sin duda un punto a considerar: se cambian los parámetros de los pasillos aéreos europeos, y a los cuatro meses resulta que el sistema informático se colapsa.

¿Con qué hipótesis nos quedamos: cuelgue accidental, error inevitable, incompetencia, mala suerte? La verdad es que poco importa al que le pilla a punto de embarcar. Eso suponiendo que el avión no decida colgarse también. A este paso, los ositos piloto que venden en el duty-free tendrán que ser sustituidos por el conejito informático. O mejor el pingüino informático, que se cuelgan menos.


Arturo Quirantes edita la página Taller de Criptografía.

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