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Maite Cunchillos

Batasuna ahogada

Pronto veremos las consecuencias del auto de Baltasar Garzón pero de una primera lectura se puede aventurar que el juez ha iniciado el estrangulamiento económico de Batasuna. El auto de Garzón no es firme pero el recurso no paraliza el embargo de los bienes de la coalición abertzale. Probablemente los abogados de Batasuna no podrán recabar los 24 millones de euros que les exige el juez en el plazo de una audiencia.

En un pasado reciente, entidades bancarias como la Caja Laboral quizá se hubieran planteado prestarles esa fianza pero ahora las cosas han cambiado y a Batasuna le crecen los problemas por todos los lados; ningún banco se va a arriesgar a perder 4000 millones de pesetas. En menos de 13 páginas, Garzón argumenta las razones por las que considera indiciariamente acreditados los vínculos entre ETA-BATASUNA-SEGI. Batasuna sale beneficiada con los daños de la Kale Borroka; por eso esta coalición lleva muchos años mirando hacia otro lado cuando sus cachorros de los grupos "Y" se dedican a destruir mobiliario urbano cada fin de semana. Lejos de evitar esos actos violentos, Batasuna los provoca con las llamadas "jornadas de lucha callejera". La mitad de los menores juzgados en la Audiencia Nacional por delito de terrorismo han reconocido durante el juicio que lanzaban cócteles molotov por esas jornadas de lucha organizadas desde Batasuna.

Garzón recoge en su auto varios ejemplos de cómo la coalición política ha venido cediendo sus locales a los jóvenes violentos para determinadas ruedas de prensa. En otras ocasiones en esas sedes incluso han aparecido cócteles molotov o las agendas y previsiones de la Kale Borroka. Jóvenes como Asier Tapia recibieron instrucciones de sus superiores- como Otegui- sobre cómo comparecer ante los medios de comunicación. Para Batasuna resulta mucho más cómodo que sean estos adolescentes –casi siempre insolventes– los que se enfrenten a una responsabilidad civil que nunca han pagado. A partir de ahora, Batasuna sabe que su bolsillo está en el punto de mira de la Audiencia Nacional y no sólo por actos de violencia callejera sino también por cualquier atentado de ETA.

La principal novedad del auto de Garzón es que abre la puerta para que Batasuna indemnice a las víctimas de la organización terrorista. Bastará con encontrar indicios de que detrás de ese atentado concreto está la sombra de un militante de Batasuna. Los jueces compañeros de Garzón apoyarán esta iniciativa si viene respaldada por la fiscalía y lo más probable es que el ministerio público vea con buenos ojos la posibilidad de que el partido de Otegui pague a las víctimas de los atentados terroristas. Eso supondrá que en cada juicio de terrorismo se sentará un abogado de Batasuna para defender a la coalición ante la responsabilidad civil subsidiaria reclamada.

Otra novedad sustancial que aporta el auto de Garzón es que cierra el grifo de las subvenciones que el gobierno vasco concede a Batasuna: las que ya han sido adjudicadas resultarán embargadas a partir del día siguiente a este auto y, sobre las subvenciones futuras, está por ver si al Ejecutivo vasco le compensa que su grifo termine beneficiando a la Administración Central. El auto de Baltasar Garzón tampoco habrá pasado inadvertido para los guardianes de las arcas públicas; alguno habrá respirado al recordar los 1000 millones de pesetas que el Estado debe a Batasuna, una deuda que pronto puede quedar saldada. No es de extrañar que en el País Vasco se estén recrudeciendo las campañas de extorsión a los pequeños y medianos empresarios. Con el auto de Garzón, por cierto, Batasuna también tendrá que responder por quienes piden la extorsión del impuesto revolucionario. Garzón siempre ha defendido que, al margen de polémicas con la ley de ilegalización de partidos políticos, el fin de ETA pasa por sus cuentas bancarias.

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