Menú

PNV e Ibarretxe, cómplices políticos

El terrorismo nacionalista ha asesinado a una niña de seis años y a un hombre de cincuenta. Ha segado dos vidas, en lo que podía haber sido una matanza de dimensiones mucho mayores. Para quien conozca la zona, no se trata de un atentado contra el Cuartel de la Guardia Civil, sino estricto terrorismo indiscriminado, en una rotonda de mucho tráfico, con muchas personas en las calles, con establecimientos, cuando se celebraba un acto cultural infantil en un Parque cercano.

Todo ello prueba el nivel de depravación del nacionalismo, porque se asesina en nombre del nacionalismo y no de cualquier otra cosa o idea. Es en el clima generado por el nacionalismo, en las escuelas, en las parroquias de los amorales e inmorales obispos vascos, donde crecen estos degenerados capaces de matar a niños. Es el nacionalismo aranista y arzallista el que da la munición ideológica para que estos amantes del hedor de la muerte.

La condena del gobierno vasco y de Ibarretxe tienen el valor humano que tienen, pero no pasan de ser la denuncia de los cínicos –incluso salen en defensa de Batasuna–, de los que saben que nunca serán víctimas, de los que no persiguen a los asesinos, de los que los protegen oponiéndose a que se pueda ilegalizar la cantera del terrorismo nacionalista.

Dijeron los obispos vascos que no debíamos ni pensar en cuáles eran las relaciones entre Batasuna y Eta. No debemos ni pensar en que los “compañeros patriotas” de Otegi han matado a una niña y han destrozado una familia. Los obispos vascos representan la perversión del cristianismo, su nivel más bajo de infamia. Un cristianismo, el de estos obispos, que no soporta ni el juicio del mínimo de humanitarismo.

Ahora Ibarretxe, Arzalluz y Anasagasti deben explicarnos por qué están empeñados en que los etarras sigan matando a niños, por qué se oponen a que los etarras-batasunos puedan ser perseguidos por la Ley, con un Estado de Derecho que deje de vivir en la cesión permanente. Deben explicarnos cuál es la relación entre su chantaje-ultimátum secesionista con el asesinato de una niña y los que pueden tener lugar en los próximos días –los terroristas nacionalistas han robado seis coches en los últimos tiempos. El cínico Ibarretxe debe explicarnos por qué no se debe ilegalizar a los que han puesto la bomba de Santa Pola. Deben dejar de pedir explicaciones a los demás porque sus ideas están manchadas, ahítas, de sangre inocente. El nacionalismo vasco es una cultura de muerte, un integrismo genocida.

Temas

En Portada

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal