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Antonio López Campillo

Lo que dijo don Francisco es cierto

Una ciudad bonita, con un buen nivel de vida, europea y con una población simpática se ha puesto nerviosa. Está encantada con una visita de la que recibe un chorro de euros, millones de euros. Personas sin trabajo de las cercanías llegan allí esperando ser contratadas por el opulento viajero. El turista tan deseado distribuye cada día, él y su séquito, enormes masas de euros y dólares. Es un hombre, evidentemente, muy rico, millonario en millones. Su fortuna se cuenta con un digito de por lo menos doce cifras.

Además, la riqueza de este turista es "natural", pues procede de la tierra, exactamente del corazón de la tierra, que algunos maleducados llaman subsuelo. Sin duda, por ser "natural" se puede consumir sin temor alguno. Es dinero limpio, aunque el oro sea negro. Buena parte de los habitantes de esa ciudad están preocupados por la seguridad del visitante. Saben que la vida de todo individuo es sagrada, y la de los que son muy ricos mucho más sagrada aún; por eso cientos de policías y guardianes se encargan de su protección. No queremos ni pensar lo que podría suceder si él y su séquito, formado por casi un centenar de coches de lujo, debiera pararse en un semáforo. Sería horrible...

Es una ciudad acogedora y dicen que generosa ya que, según algunos, siempre ha ayudado a las ONG que se ocupan de poblaciones que viven en la miseria en naciones lejanas; precisamente países como el que gobierna el tan deseado turista. Podemos suponer que algo del dinero gastado en la ciudad por el gran turista retornará al país de origen, y servirá para atenuar una parte de la pobreza de los humanos de esa tierra. Así como por carambola. Es que la solidaridad tiene esas cosas. Puede que no sea mucha la ayuda que llegue, pero como se dice: "menos dan las piedras".

Hablando de piedras, se comenta que el anhelado visitante tiene un corazón generoso para con sus familiares y servidores, ya que les deja gastar sin limites. Se puede ser rico y caritativo, y sensible a las necesidades de los suyos. Se comenta que el turista dirige su país con mano dura. Dicen los rumores que allí se amputan las manos de los ladrones, se lapida a las adulteras, a los que reniegan de la fe verdadera y a los homosexuales; y que la riqueza no esta demasiado bien redistribuida; la gran masa, que no forma parte de la minoría dirigente, vive en la indigencia.

Por lo que dicen estos críticos no es un país donde deban ir a vivir pobres y sensibleros.

Maledicencias todo eso, pues no es probable que una parte de los habitantes de esa ciudad turística reciba con tanta galanura a un tirano cruel.

Pero también puede que sea cierto lo que cantaba Don Francisco de Quevedo:

Poderoso caballero
es don Dinero...


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