Sostiene el eruditísimo Luis Ignacio Parada (ABC, 8-octubre-2002) que la expresión coloquial de “comerse el marrón” proviene de la jerga de los narcotraficantes. Sería la acción de colocar al novato de la banda como cebo para que se libren de ser detenidos los verdaderos profesionales del delito. Por extensión –sigue Parada– el “marrón” es cualquier tarea desagradable en el trabajo. Añado yo que el “marrón” es cualquier inconveniente o dificultad que le cae a uno en la vida no sólo la laboral.
No creo que el origen de la curiosa expresión esté en las bandas del narcotráfico. El “marrón” es tanto como el hecho de que un delincuente sea atrapado por la policía o juzgado o condenado, siempre desde el punto de vista del círculo delincuente. Esa asignación es bastante clara, pero no resuelve la cuestión del origen. ¿Por qué precisamente esa palabra de “marrón”?.
Para mí, que estamos ante un clara metonimia, esto es, la designación de una cosa concatenada con otra que no se menciona. Vendría a ser también una especia de eufemismo, ya que la cosa no mencionada es innombrable. Evidentemente el “marrón” es el signo de la “mierda” para evitar la mención de la “mierda”. Ahora se entenderá también que el verbo sea “comerse” la cosa que no se menciona directamente.

El marrón

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