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Germán Yanke

¿Plan de qué?

Al señor Ibarretxe le sale el dogmatismo por los poros hasta cuando intenta moderar las formas. Lo que sea que vaya a presentar en el Parlamento vasco este año que acaba de comenzar se llama, nos acaba de explicar, “plan de solución”. El término tiene resonancias hitlerianas que no habría que olvidar pero, en todo caso, responde al carácter dogmático y definitivo que el nacionalismo vasco tiene en su entraña. Si lo que el presidente del
Gobierno vasco propusiera fuera la libertad y el pluralismo, que desde luego no es, el plan no sería de “solución” —que en una democracia no existe por su carácter abierto y relativo— pero implicaría necesariamente la aniquilación de ETA.

Se me dirá que, aunque no sea demócrata, parece que Ibarretxe quiere la aniquilación de la banda. Pues no. Insiste en su desaparición, en que quede fuera, pero no hay ni un solo gesto (ni oratorio, ya que la acción brilla por su ausencia en las instituciones vascas) para terminar activamente con ella. La cínica indignidad del PNV es referirse a la desaparición de ETA y a la preocupación por los que sufren las consecuencias del terrorismo para dar carta de naturaleza a su “plan de solución” vendido, aunque sea la dictadura
misma, como la panacea que terminará con todos esos problemas.

Añade Ibarretxe a esa sinrazón el contenido étnico. La alusión a que el pueblo vasco “decidirá”, como si nada de lo que hasta ahora ha votado tuviera significado, porque no le valen las decisiones individuales tomadas como ciudadanos, que es lo que ocurre en las instituciones democráticas. Con este proceder no tiene nada que hacer, sus pretensiones se derrumbarían por la fuerza de los hechos y las reglas del Estado de Derecho. Precisa la decisión del “pueblo vasco”, la decisión étnica, la definitiva.

Da vergüenza tanto totalitarismo a comienzos del siglo XXI. Y da rabia que, mientras él lo perora, siga habiendo asesinados, perseguidos, amenazados, agredidos... y serviles.


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