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Alberto Míguez

¿Quién saldrá a la calle para defenderlos?

¿Quién saldrá a la calle para defenderlos? ¿Cuántos políticos europeos, árabes, latinoamericanos asumirán la causa de los cien disidentes cubanos detenidos, encarcelados, torturados, juzgados y condenados por la dictadura castrista? ¿Cuántos zapateros, llamazares, sampedros, gurruchagas, almodóvares, trinis, anabelenes, calderas, méndez desplegarán pancartas y letreros, cantarán tonadas de protestas, colarán carteles y pegatinas pidiendo libertad para estas gentes cuyo delito máximo ha sido navegar en internet, poseer un teléfono con contestador, un ordenador de segunda mano, un grabador, papel y lápiz?

¿Qué gobierno de la UE o de la OTAN o del Consejo de Europa se atreverá a condenar sin paliativos los nuevos procesos de Moscú en La Habana? ¿Lo hará el tonante Aznar y su abstrusa ministra Ana Palacio? ¿Tal vez Blair o Chirac? ¿Se atreverán Berlusconi o Schröder con la que está cayendo? ¿Tendrán ganas o tiempo o voluntad los políticos socialdemócratas, cristianodemócratas, conservadores, liberales, populistas, radicales de la Europa próspera y de las libertades? ¿O será, tal vez el querido Lula, el no menos querido Chávez, el “compañero” Lucio Gutierrez y todos cuantos hoy en América Latina se dicen “amigos de la revolución cubana”, es decir, servidores de uno de los tiranos más feroces, vengativos y sanguinarios de los que memoria hay en un continente con profusa historia de espadones, caudillos, gorilas, pinochets, gómez, stroessners, perones, pérez y fernández?

¿Serán, acaso, Bush, Rumsfeld, Perle, Powell o el séptimo de caballería quienes firmen las cartas de protesta, los manifiestos, los telegramas urgentes, los emilios dirigidos a Su Excelencia el presidente del Consejo, como aconseja Amnistía Internacional? ¿Cuántas organizaciones, fraternidades, asociaciones, federaciones, colegios y plataformas de periodistas de todo el mundo darán la callada por respuesta? ¿Seguirán solos por el monte los valerosos Reporteros sin Fronteras, una voz única, una sola voz en este momento de griteríos y abucheos globalizados?

Por último ¿cuándo el gobierno español tendrá la decencia, el sentido común, la dignidad y la moralidad suficientes para condenar estos procesos innobles, esta ola de bandidaje y crimen que se está abatiendo sobre el pueblo cubano? ¿Seguirá agazapándose tras una inocua condena de la Unión Europea, promoviendo el negocio de hoteleros y macrós, turismo sexual y esclavitud legalizada? ¿Tendrán tiempo Aznar y Cortés, Palacio y Gil Casares para llamar a la embajadora cubana en Madrid y cantarle las cuarenta o preferirán enviarle al embajador español en La Habana, Jesús Gracia, instrucciones para que siga tomando el aire de los trópicos mientras la tragedia estalla al otro lado de la verja y del jardín?

Alguien, algunos, deberían responder a todo eso. Urgentemente. Cuanto antes.

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