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Lo de Howell Raines era ya de risa. En España no ha tenido mucho eco, pero la presión sobre el ya ex-director del New York Times ha sido tremenda en su país. Raines era un director de izquierdas, un "liberal", según la definición pervertida que en Norteamérica se da al término. Jayson Blair era un joven periodista negro que, durante años, estuvo inventando historias desde su despacho y copiando textos de otros periódicos para hacerlos pasar por trabajos originales realizados sobre el terreno. Esa conducta no pasó desapercibida por sus superiores inmediatos que, un año antes de saltar el escándalo, ya advirtieron a Raines que había que impedir que Blair siguiera escribiendo para el periódico.

Pero Raines no hizo caso. El acusado era uno de sus chicos de confianza y, además, fue contratado por razones de discriminación positiva, política mayoritariamente apoyada por la izquierda americana. No se le podía castigar, no se podía ir en contra de todo aquello que el Times apoyaba, de modo que lo promocionó. Tras la advertencia, Blair fue ascendido a cubrir asuntos de la máxima importancia nacional, como el caso del francotirador de Washington o las entrevistas a las familias de los soldados muertos en Irak. En su defensa, Raines llegó a dar más importancia a la diversidad que al buen periodismo. Puede que hace unos años toda esta historia no hubiese tenido la importancia que ha cobrado esta. Pero hace unos años Internet no existía para el "mundo real".

Hay un buen número de internautas en Estados Unidos que, generalmente a través de bitácoras, examinan con atención lo que dicen los medios y critican los errores e informaciones parciales que descubren. Y son ellos, más que otros grandes periódicos, los que han sacado a la luz todas las miserias del periódico. Por ejemplo, en pleno apogeo del caso Blair, la columnista Maureen Dowd recortó declaraciones de Bush para acusarle de decir que Al Qaeda ya no era un problema, cuando el presidente americano se refería a los militantes muertos o capturados, no al grupo terrorista en sí. Puede que nadie en los medios se hubiera dado cuenta, o no le diera importancia. En Internet se la despedazó. Su intertextualidad creativa circuló por todas las bitácoras políticas, provocando suficientes condenas en el "mundo real" como para obligarla a publicar una rectificación. Una pequeña historia que no mejoró la credibilidad del periódico.

Analizando el papel de los medios en Occidente, Revel indicó que la mayor de las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira. Puede que, gracias a Internet, se les esté acabando a muchos medios el chollo de mentir para convencer. Sería un gran servicio a nuestras democracias.

Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

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