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Germán Yanke

La indignidad de Ibarretxe

Ibarretxe anuncia un día una campaña a favor de las víctimas del terrorismo y pone como condición de eficacia el apoyo de todos los partidos. Como los partidos democráticos no van a aceptar su desvergüenza, las víctimas siguen preteridas. Otro día, sin consenso alguno, se dedica a dar el dinero de los contribuyentes a las familias de los presos de ETA, en un acto de indignidad impresionante. Pero la indignidad no es simbólica y no lo es sólo por el dinero que entrega. Es una indignidad política, una muestra más de una ofensiva antidemocrática que trata de ayudar al “entorno” de una banda terrorista que se ha convertido ya, a todas luces, en una organización típicamente paramilitar, la que hace lo que conviene a unos gobernantes que no se atreven a hacerlo por sí mismos.

Todo esto, aunque lo confirmemos semana a semana, no es nuevo. Ese es “el plan”. Esa es “la convergencia”. Eso es “la familia nacionalista”. Lo anoto porque la única actitud con el PNV debe ser contra el PNV: impedir que incumpla la ley, impedir democráticamente que siga ostentando el poder en la Comunidad Autónoma Vasca. No hay duda de que el PP lo tiene claro y, a la vista de los acontecimientos, resulta pasmoso que, para asuntos elementales de un Estado de Derecho, el PSOE no se sume (como lo hizo, por cierto, recibiendo el premio de su mejor resultado electoral en el País Vasco) porque quien lo dice “se parece o dice lo mismo que el PP”.

Los intelectuales socialistas, tan activos últimamente, me dirán que el problema es el Plan de Ibarretxe y que llama la atención que yo, como otros, aproveche para lanzar dardos contra el PSOE. Pero es por eso, porque el problema es el Plan de Ibarretxe.

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