La preposición desde presupone un continuo temporal o espacial. El comienzo de ese continuo se activa con el “desde” y el final con el “hasta”. Por ejemplo, “las retenciones se extienden desde el kilómetro 80 hasta el 95”. O también, “la película dura desde las 7 hasta las 10”. A veces el continuo puede ser simbólico: “desde el general hasta el último soldado”. Hasta aquí la Gramática. Pero se añade el uso más o menos pervertido de la norma. Es el caso del “desde” cuando no hay un continuo, ni real ni simbólico. Véase esta frase de Javier Arenas: “Lo que hace falta es tomar decisiones acertadas desde la firmeza, desde la serenidad”. La pregunta es: ¿desde la firmeza hasta dónde? No hay contestación. El político quiere decir que las decisiones tienen que ser firmes y serenas, lo que indica poco, pues, de no ser así, no podríamos presumir de decididos. Estamos, pues, ante un desde un tanto degradado. Otra cosa es que no solo Arenas sino otros muchos políticos utilicen ese recurso retórico, que no sé cómo llamarle. Suena un poco a lo de “desde lo alto de estas pirámides 40 siglos os contemplan”, de Napoleón Bonaparte. En ese caso se admite el desde como perspectiva, punto de vista. Así decimos “desde el punto de vista del contribuyente…”. Pero, aun así, la frase citada de Arenas no equivale a ninguna perspectiva; es retórica pura y blanda.

"Desde… "

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