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Federico Jiménez Losantos

Ahora resulta que ellos no han sido

Que el pescado y el marisco gallegos no representan una amenaza para el ser humano resulta evidente. No puede decirse lo mismo de la Universidad de La Coruña. La forma en que han tirado la piedra y han escondido la mano, la manera en que Juan Freire, el responsable –o irresponsable– del estudio que tanto escándalo ha suscitado y tanto daño ha vuelto a hacer a la imagen de Galicia, quiere ahora quitarse de en medio después de organizar la que ha organizado con su equívoco informe, acreditan su condición de peligro público. Ahora va a resultar que ellos no han sido. Ahora va a resultar que todo ha sido una campaña "de Madrid" para fastidiar a la ingenua y desprevenida Galicia.
 
Pero no es así. Cuando Freire y sus colegas hablan de "elementos cancerígenos" en la cadena trófica, ¿qué creen ellos que va a entender el que los lea? Y sobre todo: ¿por qué justo la víspera del aniversario de la catástrofe del Prestige es cuando se filtra a unos determinados medios de comunicación –no todos– el informe de marras? Todo un vicedecano, un biólogo, una persona que supuestamente se pasa la vida enseñando a los demás, ¿puede pretender ahora que no sabía qué efecto iba a producir su discurso? A otro perro con ese hueso.
 
Si el informe es tan inocuo y no arroja la menor duda sobre la salubridad de los productos gallegos de mar, ¿para qué se ha hecho público? Para ayudar a la recuperación de la imagen de Galicia, para ayudar a la campaña de Navidad del marisco, para salvar la imagen de Galicia como destino turístico, está claro que no. Si el informe no tiene ningún elemento científico serio que comunicar a la opinión pública para salvaguardar su salud, si publicarlo no podía sino favorecer el sensacionalismo informativo y lesionar los intereses de esos sectores productivos, ¿por qué no se archivó? Caben dos hipótesis: por ingenuidad o por interés político arrojadizo contra los gobiernos del PP, el de Santiago y el de Madrid. Si no hubiéramos visto ya en este último año hasta qué extremos de manipulación y de desvergüenza pueden llegar ciertos sectores del nacionalismo gallego con tal de erosionar a la Derecha y acercarse al Poder, cabría duda. Como lo hemos visto, lo último que se nos ocurriría es dudar de la mala intención.

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